El capo
Poema de M�o Cid An�nimo M�o Cid Rodrigo D�az en Burgos, la villa, entr�; hasta sesenta pendones llevaba el Campeador; sal�an a verle todos, la mujer como el var�n; a las ventanas la genteburgalesa se asom� con l�grimas en los ojos, �que tal era su dolor! Todas las bocas honradas dec�an esta raz�n: ��Oh Dios, y qu� buen vasallo, si tuviese buen se�or!� 4 Nadie hospeda al Cid. -S�lo una ni�a le dirige la palabra para mandarle alejarse. -El Cid se ve obligado a acampar fuera de la poblaci�n, en la galera. De grado le albergar�an, mas ninguno se arriesgaba: que el rey don Alfonso al Cidle ten�a grande sa�a. La noche anterior, a Burgos la real carta llegaba con severas prevenciones y fuertemente sellada: que a m�o Cid Ruy D�az nadie le diese posada, y si alguno se la diese supiera qu� le esperaba: que perder�a sus bienes y los ojos de la cara, y que adem�s perder�a salvaci�n de cuerpo y alma. Gran dolor ten�an todas aquellas gentes cristianas; se escond�an de m�o Cid, no osabandecirle nada. El Campeador, entonces, se dirigi� a su posada; as� que lleg� a la puerta, encontr�sela cerrada; por temor al rey Alfonso acordaron el cerrarla, tal que si no la rompiesen, no se abrir�a por nada. Los que van con m�o Cid con grandes voces llamaban, mas los que dentro viv�an no respond�an palabra. Aguij�, entonces, m�o Cid, hasta la puerta llegaba; sac� el pie de la estribera y en lapuerta golpeaba, mas no se abr�a la puerta, que estaba muy bien cerrada. Una ni�a de nueve a�os frente a m�o Cid se para: �Cid Campeador, que en buena hora ce�isteis la espada, sabed que el rey lo ha vedado, anoche lleg� su carta con severas prevenciones y fuertemente sellada. No nos atrevemos a datos asilo por nada, porque si no, perder�amos nuestras haciendas y casas, y hasta pod�a costarnos losojos de nuestras caras. �Oh buen Cid!, en nuestro mal no hab�ais de ganar nada; que el Creador os proteja, Cid, con sus virtudes santas.� Esto la ni�a le dijo y se volvi� hacia su casa. Ya vio el Cid que de su rey no pod�a esperar gracia. Parti� de la puerta, entonces, por la ciudad aguijaba; llega hasta Santa Mar�a , y a su puerta descabalga; las rodillas hinc� en tierra y de coraz�n rezaba.Cuando acaba su oraci�n, de nuevo m�o Cid cabalga; sali� luego por la puerta y el r�o Arlanz�n cruzaba. Junto a Burgos, esa villa, en el arenal acampa; manda colocar la tienda y luego all� descabalga. M�o Cid Rodrigo D�az, que en buen hora ci�� espada , en el arenal pos�, nadie le acogi� en su casa;
pero en torno de �l hay mucha gente que le acompa�aba. www.planetalibro.com.ar
Poema de M�o...
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