El caracter perdido con las barras

El carácter perdido con las barras

Ante la falta de pantalones de los mandatarios, de los directivos y de los propios hinchas para poner fin a uno de los espectáculos más deplorables que se venen el mundo, hoy quiero manifestar mi rechazo y repudio total a esa llamada guerras de barras en los estadios de fútbol. Eso que ahora sí se volvió un espectáculo, pero de quinta y que lo único quelogra es que cada vez los estadios se vean menos poblados que antes.
Esa frase de las personas mayores que antes el fútbol era mejor y se vivía de igual manera, cada vez se ve más cierta y razonable.Con la llegada de las llamadas ‘barras bravas’ al país hace unos 16 años, y con los ejemplos sobre la mesa de argentinos, chilenos y uruguayos, se desvirtuaron tantas cosas que ya ni las familiasse atreven a ir a los escenarios deportivos por miedo, o por no querer librar una batalla que no tiene ni arte ni parte con ellos. Tal como sucedía en Europa al comienzo de los desmanes causados porlos Hooligans que dejaron cientos de víctimas en las diferentes competencias en le viejo continente.
Sin duda alguna, la absurda competencia por quien dirige a un grupo de hinchas se convirtió en elpretexto perfecto para exponer cada una de las problemáticas que tiene la ciudad, en materia de seguridad, drogadicción, alcoholismo y vandalismo. Ahora algunos delincuentes aprovechan vestirse conciertas prendas deportivas para intentar pasar inadvertidos y poder hacer cuanto quieran dentro o fuera del estadio.
¿Pero dónde está el punto a atacar?
Es la pregunta que muchos se hacen al ver lasfrecuentes rivalidades y enfrentamientos entre integrantes de bandos contrarios o peor aun entre hinchas de un mismo equipo. Ese sí que es un tema de letargo social, y humano. Porque si tenemos losmismos gustos y apoyamos al mismo equipo eso de darse golpes y acabar con las instalaciones del escenario deportivo de turno lo único que muestra es una deficiencia intelectual y comportamental muy...