el ceo no puede entrar en panico
Páginas: 8 (1879 palabras)
Publicado: 24 de octubre de 2013
EL CEO NO PUEDE DARSE EL LUJO DE ENTRAR EN PÁNICO
Por Eric Mcnulty
(Harvard Business Review – marzo 2010)
Gerald Smarten, CEO de Kaspa Financial Services, presidía la habitual reunión del comité ejecutivo de los martes en la mañana, que se realizaba en la sala de conferencias con paredes de cristal que permitían mirar hacia el este, a la bahía de Massachussetts. El equipo estaba lidiandocon las complejidades de adquirir Wah Hu, una firma de inversiones con sede en Shanghai. Smarten miró su reloj: ya eran las 8:10 de la mañana y aún les quedaban tres puntos de la agenda.
"La verdad es que no puedo confiar en la tasación de todos sus activos", comentó Sarah Hicks, Directora Financiera de Kaspa. "En cuanto a los bonos, todo está claro, pero...". Paró repentinamente tras sentir queel edificio se sacudía y que un ruido sordo provenía desde abajo. Ella y sus colegas se miraron entre sí y corrieron casi al mismo tiempo hacia la ventana. Nubes de humo emergían de la entrada de la histórica parada de metro South Station de Boston. El tráfico estaba paralizado y la gente salía corriendo hacia la calle.
"¡Por Dios!", exclamó Ben Lee, el Jefe de Asuntos Legales de la firma."¡Hay un incendio!".
"O algo peor", dijo Smarten en voz baja. Sólo hace un mes él había asistido a una reunión organizada por el Alcalde para conversar sobre los planes de respuesta de la ciudad ante emergencias. Todo pareció tan abstracto esa vez: distintos expertos hablaron de todo, desde huracanes hasta una pandemia de influenza y, sí, también de bombas en el metro. Nadie parecía creer realmenteque Boston pudiera ser un blanco importante para los terroristas -de lo que más se habló ese día fue de rutas de emergencia debido a las nevadas y la contención de la influenza porcina- a pesar de que el Alcalde había expresado su preocupación por un ataque a las instalaciones de almacenamiento de gas natural licuado a orillas del río. Pensaba que podía ser posible que un tipo como Timothy McVeigh(autor de un atentado explosivo en Oklahoma en 1995, donde murieron 168 personas) pasara en una lancha e incinerara todo el centro de Boston. La mente de Smarten se inundó de imágenes de los atentados en Madrid y Londres. Trató de sacarlas de su cabeza. "Un incendio o un accidente. Estoy seguro de que es un incendio, Ben".
Detrás de él, Sal Persano, el Vicepresidente Senior de Marketing,estaba intentando hacer funcionar el control remoto de la televisión de la sala de conferencias. Apretaba los botones aparentemente al azar, pudiendo sólo iniciar una videoconferencia con las oficinas de la firma en Londres.
Mientras tanto, Hicks trataba furiosamente de encontrar información en su laptop. "CNN sólo informa sobre un incidente", dijo. "No hay más detalles". Siguió mirando la pantalla,navegando de sitio en sitio para buscar información más específica. Una cacofonía de ringtones en la sala de conferencias competía con las sirenas de los vehículos de emergencia de afuera.
La jefa de Recursos Humanos, Joan Kaczmarek, se acercó a Smarten al lado de la ventana. "Es hora punta. Probablemente hay gente nuestra allá afuera. Yo iniciaré un conteo del personal en todos losdepartamentos. ¿Qué más necesitas que hagamos?".
Smarten se dio vuelta sin responder para mirar las noticias que Persano por fin había logrado encontrar en la pantalla de plasma gigante al otro lado de la sala. Las cámaras mostraron los detalles que no habían podido ver desde el piso 20: la gran mayoría de las personas que salían corriendo del metro estaban asfixiadas y sangraban. Ciertas palabras delreportero se escuchaban a través de la confusión: "ataque", "químico", "víctimas fatales". Pero aún no se confirmaba nada en concreto.
Se dio cuenta de que Dana Rossi, Directora de Inversiones, estaba en una esquina de la sala con su Blackberry en una oreja y su dedo tapando la otra. Smarten sabía que Rossi estaba hablando con la mesa de transacciones dos pisos más abajo. Los mercados eran más...
Por Eric Mcnulty
(Harvard Business Review – marzo 2010)
Gerald Smarten, CEO de Kaspa Financial Services, presidía la habitual reunión del comité ejecutivo de los martes en la mañana, que se realizaba en la sala de conferencias con paredes de cristal que permitían mirar hacia el este, a la bahía de Massachussetts. El equipo estaba lidiandocon las complejidades de adquirir Wah Hu, una firma de inversiones con sede en Shanghai. Smarten miró su reloj: ya eran las 8:10 de la mañana y aún les quedaban tres puntos de la agenda.
"La verdad es que no puedo confiar en la tasación de todos sus activos", comentó Sarah Hicks, Directora Financiera de Kaspa. "En cuanto a los bonos, todo está claro, pero...". Paró repentinamente tras sentir queel edificio se sacudía y que un ruido sordo provenía desde abajo. Ella y sus colegas se miraron entre sí y corrieron casi al mismo tiempo hacia la ventana. Nubes de humo emergían de la entrada de la histórica parada de metro South Station de Boston. El tráfico estaba paralizado y la gente salía corriendo hacia la calle.
"¡Por Dios!", exclamó Ben Lee, el Jefe de Asuntos Legales de la firma."¡Hay un incendio!".
"O algo peor", dijo Smarten en voz baja. Sólo hace un mes él había asistido a una reunión organizada por el Alcalde para conversar sobre los planes de respuesta de la ciudad ante emergencias. Todo pareció tan abstracto esa vez: distintos expertos hablaron de todo, desde huracanes hasta una pandemia de influenza y, sí, también de bombas en el metro. Nadie parecía creer realmenteque Boston pudiera ser un blanco importante para los terroristas -de lo que más se habló ese día fue de rutas de emergencia debido a las nevadas y la contención de la influenza porcina- a pesar de que el Alcalde había expresado su preocupación por un ataque a las instalaciones de almacenamiento de gas natural licuado a orillas del río. Pensaba que podía ser posible que un tipo como Timothy McVeigh(autor de un atentado explosivo en Oklahoma en 1995, donde murieron 168 personas) pasara en una lancha e incinerara todo el centro de Boston. La mente de Smarten se inundó de imágenes de los atentados en Madrid y Londres. Trató de sacarlas de su cabeza. "Un incendio o un accidente. Estoy seguro de que es un incendio, Ben".
Detrás de él, Sal Persano, el Vicepresidente Senior de Marketing,estaba intentando hacer funcionar el control remoto de la televisión de la sala de conferencias. Apretaba los botones aparentemente al azar, pudiendo sólo iniciar una videoconferencia con las oficinas de la firma en Londres.
Mientras tanto, Hicks trataba furiosamente de encontrar información en su laptop. "CNN sólo informa sobre un incidente", dijo. "No hay más detalles". Siguió mirando la pantalla,navegando de sitio en sitio para buscar información más específica. Una cacofonía de ringtones en la sala de conferencias competía con las sirenas de los vehículos de emergencia de afuera.
La jefa de Recursos Humanos, Joan Kaczmarek, se acercó a Smarten al lado de la ventana. "Es hora punta. Probablemente hay gente nuestra allá afuera. Yo iniciaré un conteo del personal en todos losdepartamentos. ¿Qué más necesitas que hagamos?".
Smarten se dio vuelta sin responder para mirar las noticias que Persano por fin había logrado encontrar en la pantalla de plasma gigante al otro lado de la sala. Las cámaras mostraron los detalles que no habían podido ver desde el piso 20: la gran mayoría de las personas que salían corriendo del metro estaban asfixiadas y sangraban. Ciertas palabras delreportero se escuchaban a través de la confusión: "ataque", "químico", "víctimas fatales". Pero aún no se confirmaba nada en concreto.
Se dio cuenta de que Dana Rossi, Directora de Inversiones, estaba en una esquina de la sala con su Blackberry en una oreja y su dedo tapando la otra. Smarten sabía que Rossi estaba hablando con la mesa de transacciones dos pisos más abajo. Los mercados eran más...
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