El Chikatilo- Canivalismo

El 24 de de diciembre de 1978, la policía de Rostov, una ciudad ubicada a ochocientos kilómetros de Moscú, encontró flotando en el rio Grhusevka el cadáver de una niña con signos de haber sido violada y apuñalada. Fue identificada como Lena Zakotnova, de nueve años. Aquél crimen sería, años más tarde, el primer eslabón de una cadena de asesinatos, los más sádicos registrados en la historia de laRusia moderna.

Corrían las postrimerías de los de la década del 1970. La URSS habría su política internacional y le permitía las primeras concesiones a Washington. En la investigación, un sospechoso, a quien un hombre del pueblo aseguraba haber visto con la niña de la mano, fue inmediatamente descartado. La sangre del sujeto tipo A no coincidía con el semen encontrado en el cuerpo de lavíctima, del tipo AB. Además, el aparato burocrático soviético consideraba imposible que un abuelo de cincuenta y cuatro años, padre de dos hijos y fiel militante del partido comunista, pudiera estar involucrado en semejante crimen.

Para la policía, el caso ya estaba cerrado. El culpable perfecto era Alexsandr Kravchenko, un hombre de veinticinco años con una condena anterior por delitos sexuales.Desesperado por salir vivo del brutal interrogatorio, confesó ser autor del homicidio de la menor. El acusado fue juzgado y ejecutado. Durante los próximos tres años, no volverían a haber asesinatos.

En junio de 1982, un hombre que buscaba leña en un bosque cercano a Rostov encontró el cadáver de Lyuba Biryuk, de trece años. Tenía varias costillas rotas y había sido apuñalada más de cuarenta vecesen la región pélvica. Pero una señal llamó la atención de los médicos forenses: le habían quitado los ojos. Según una superstición rusa, lo último que la víctima de un asesino ve, se queda grabado en sus ojos. Esa sería, de ahí en adelante, la firma del asesino.

Un mes más tarde fue encontrado el cadáver de Lyuba Volubuyeba, de catorce años. Cada vez, el tiempo que transcurría entre losasesinatos era menor, y los cuatro crímenes que habrían ese año serían prueba de ello: Oleg Pozhidayev (9), Olga Kuprina (16), Ira Karablnikova (19) y Sergei Kuzmin (15). El modus operandi había sido el mismo, jóvenes encontrados en bosques, con señales de sadomasoquismo y a cuyos cadáveres le faltaban miembros.





En un principio se barajaron varias teóricas. Por la naturaleza cruel y ritualistade los asesinatos, la policía llegó a sospechar que se estaban realizando cultos satánicos en la zona. Cómo no se encontraron pruebas, la policía finalmente se centró en que los responsables eran un grupo de retrasados mentales de la zona, por lo que se le llamó a la operación “El caso de los tontos”.

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Para mediados de 1984, las mujeres y niños asesinados sumaban veinticuatro. Eraevidente que los crímenes eran cometidos por la misma persona, pero hasta ese momento, los asesinos en serie eran un fenómeno prácticamente desconocido en la Unión Soviética. Los altos mandos les encargaron el caso al Mayor Mikhail Fetisov, y a Viktor Bukarov, uno de los mejores especialistas forenses del país. Como era de esperar, la situación puso a prueba la imagen internacional de la URSS y sacóa la luz la incompetencia del aparato burocrático soviético, lo que significó que, durante ocho años, el asesino permaneciera suelto.





En la película de 1995 inspirada en el caso, Ciudadano X, uno de los diálogos entre el coronel Mikhail Fetisov (Donald Sutherland) y el detective Victor Burakov (Stephen Rea), da cuenta de ello: “Pedir más hombres y más ordenadores, era admitir antenuestro superiores de Moscú que estamos desbordados, cosas que nunca admitirían. Pedir ayuda al FBI, es admitir que estamos retrasados en técnicas médico forenses y en gestión de información, cosa que no admitirían nunca. Publicar el caso, es admitir que tales crímenes existen en la unión soviética y preferirían morir antes que hacer eso”.





Ante las infructuosas búsquedas, Burakov acudió...