El Ciclista Solitario

Páginas: 32 (7887 palabras) Publicado: 23 de septiembre de 2015
Sir Arthur Conan Doyle

El ciclista solitario

El ciclista solitario
Diciembre 1903

Sir Arthur Conan Doyle

Sherlock-Holmes.es

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El ciclista solitario

Entre los años 1894 y 1901, ambos incluidos, Sherlock
Holmes se mantuvo muy activo. Podría decirse que durante
estos ocho años no hubo caso público de cierta dificultad en
el que no se le consultase, y fueron cientos los casos
privados–algunos de ellos, los más complicados y
extraordinarios– en los que desempeñó un papel
destacado. Muchos éxitos sorprendentes y unos pocos
fracasos inevitables fueron el resultado de este largo
período de continuo trabajo. Dado que he conservado notas
muy completas de todos estos casos, y que intervine
personalmente en muchos de ellos, podrán imaginar que no
resulta fácil decidir cuáles deberíaseleccionar para
presentarlos al público. No obstante, me atendré a mi
antigua norma, dando preferencia a aquellos casos cuyo
interés no se basa tanto en la brutalidad del crimen como en
el ingenio y las cualidades dramáticas de la solución. Por
esta razón, me decido a exponer al lector los hechos
referentes a la señorita Violet Smith, la ciclista solitaria de Charlington, y el curioso curso que tomaronnuestras investigaciones, que culminaron en una tragedia inesperada. Es cierto que las
circunstancias no se prestaron a ninguna exhibición deslumbrante de las facultades que hicieron
famoso a mi amigo, pero el caso presentaba algunos detalles que lo hacen destacar en los
abundantes archivos del delito de los que saco el material para estas pequeñas narraciones.
Consultando mi libro de notas del año1895, compruebo que la primera vez que oímos hablar de
la señorita Violet Smith fue el sábado 23 de abril'. Recuerdo que su visita incomodó muchísimo a
Holmes, que en aquel momento se encontraba inmerso (Mi un abstruso y complicadísimo problema
referente a la misteriosa persecución de que era objeto John Vincent Harden, el célebre magnate del
tabaco. Mi amigo, que valoraba la precisión yconcentración del pensamiento por encima de todas las
cosas, no soportaba que nada distrajera su atención del asunto que se traía entre manos. Sin
embargo, so pena de incurrir en grosería, lo cual no hubiera sido propio de él, resultaba imposible
negarse a escuchar la historia de aquella mujer joven y guapa, alta, simpática y distinguida, que se
presentó en Baker Street a última hora de la tarde,solicitando su ayuda y consejo. De nada sirvió
insistir en que se encontraba completamente ocupado, ya que la joven había venido absolutamente
decidida a contar su historia, y resultaba evidente que sólo por la fuerza podríamos sacarla de la
habitación antes de que lo hubiera hecho. Con expresión resignada y una cierta sonrisa de fastidio,
Holmes rogó a la bella intrusa que tomara asiento y nos informarade aquello que tanto la
preocupaba.
–Al menos, sabemos que no se trata de su salud –dijo, clavando en ella sus penetrantes ojos–.
Una ciclista tan entusiasta debe estar rebosante de energía.
La joven, sorprendida, se miró los pies, y yo pude observar la ligera rozadura producida en un
lado de la suela por la fricción con el borde del pedal.
–Sí, señor Holmes, monto mucho en bicicleta, y eso tienealgo que ver con esta visita que le hago.
Mi amigo tomó la mano sin guante de la joven y la
examinó con tanta atención y tan poco sentimiento como un
científico examinando una muestra.
–Estoy seguro de que me perdonará. Es mi oficio –dijo al
soltarla–. Casi cometo el error de suponer que escribía usted
a máquina. Pero se nota con toda claridad que toca un
instrumento musical. ¿Se ha fijado, Watson,en que el
aplastamiento de las puntas de los dedos es común a ambas
profesiones? Sin embargo, el rostro expresa una
espiritualidad –al decir esto, la hizo volverse hacia la luz– que
la máquina de escribir no genera. Esta señorita se dedica a la
música.
–Sí, señor Holmes, soy profesora de música.
–En el campo, deduzco del color de su piel.

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El ciclista solitario

–Sí, señor; cerca de...
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