El cielo protector
EL CIELO PROTECTOR
Paul Bowles
Título original: The sheltering sky Traducción: Aurora Bernárdez
© Paul Bowles, 1949, 1977
© 1988, Altea, Taurus, Alfaguara, S. A.
© RBA Editores, S. A., 1993, por esta edición
Pérez Galdós, 36 bis, 08012 Barcelona
Proyecto gráfico y diseño de la cubierta: Enric Satué Ilustración cubierta: Josep Lluís Navarro
ISBN:84-473-0014-5
Depósito Legal: B. 24.192-1993
Impresión y encuadernación:
Printer industria gráfica, S. A.
Ctra. N-II, km 600. Cuatro Caminos s/n.
Sant Vicene deis Horts (Barcelona)
Impreso en España - Printed in Spain — Octubre 1993
A Jane
PRIMERA PARTE
Té en el Sáhara
SEGUNDA PARTE
El borde afilado de la tierra
TERCERA PARTE
El cielo
PRIMERA PARTE
Té en el Sáhara
Loque tiene nuestro destino de nuestro
y de distinto es lo que tiene de parecido
con nuestro propio recuerdo
EDUARDO MALLEA
I
I
Se despertó, abrió los ojos. La habitación le decía poco; había estado demasiado sumergido en la nada, de la que acababa de emerger. No tenía fuerzas para definir su situación en el tiempo y en el espacio; tampoco lo deseaba. Estaba en algún lugar; pararegresar de la nada había atravesado vastas regiones. En el centro de su conciencia había la certidumbre de una infinita tristeza, pero esa tristeza lo reconfortaba porque era lo único que le resultaba familiar. No necesitaba otro consuelo. Permaneció un rato completamente inmóvil, en un descanso absoluto, para hundirse luego en una de esas somnolencias ligeras, momentáneas, que suelen suceder a unsueño largo y profundo. De pronto volvió a abrir los ojos y consultó su reloj de pulsera. Fue un puro acto reflejo, porque al ver la hora se desconcertó. Se incorporó, echó una mirada a la habitación charra, se llevó una mano a la frente y con un profundo suspiro volvió a tenderse en la cama. Pero ya se había despertado; en pocos segundos más supo dónde estaba, que la tarde terminaba, quehabía dormido desde el almuerzo. Oía a su mujer en la habitación contigua, taconeando con sus chinelas sobre el liso suelo de baldosas, y ahora que había alcanzado otro nivel de conciencia en el que no le bastaba la mera certeza de estar vivo, ese ruido lo tranquilizaba. Pero qué difícil era aceptar la alta, estrecha habitación con su cielo raso envigado, los colores neutros de los grandes dibujosanodinos de las paredes, la ventana cerrada, con sus vidrios rojos y anaranjados. Bostezó, faltaba aire en el cuarto. Después bajaría de la alta cama para abrir la ventana, y en ese momento recordaría su sueño. Porque, aunque le era imposible reconstruir un solo detalle, estaba seguro de haber soñado. Del otro lado de la ventana habría aire, tejados, la ciudad, el mar. El viento vespertino lerefrescaría la cara y en ese momento reaparecería el sueño. Por ahora lo único que podía hacer era seguir tendido como estaba, respirando lentamente, casi a punto de dormirse de nuevo, paralizado en el cuarto sin aire, no a la espera del crepúsculo, sino quedándose inmóvil hasta que llegara.
II
En la terraza del Café d'Eckmül-Noiseux, unos pocos árabes bebían agua mineral; sólo sus feces dediversos tonos de rojo los distinguían del resto de la población del puerto. Sus ropas europeas eran grises y raídas; hubiera sido difícil decir cuál había sido el corte original de cualquiera de ellas. Los lustrabotas casi desnudos, en cuclillas sobre sus cajas, miraban el pavimento, sin fuerzas para espantar las moscas que les corrían por la cara. En el interior del café, el aire, más fresco...
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