El comercio ambualte un problema
A la vuelta de casa una vecina ha montado su puesto de comida corrida. En el parque cuatro puestos improvisados venden ropausada. En la ventana de una casa anuncian cachorros de razas finas y mascotas exóticas; una cuadra más abajo un discreto letrero ofrece hacer uñas de acrílico a “precios caseros”. Lo que los gobernantesdenominan el cáncer del comercio informal, no es sino el esfuerzo que hacen las y los mexicanos para aliviar el brutal impacto de la crisis económica. No es falta de educación o de voluntad paratrabajar sino real sentido de conservación.
Según el INEGI en este año 2.93 millones de personas han perdido su trabajo en nuestro país. Ante semejante realidad la gente puede darse por vencida en unasuerte de suicidio por inanición o ingeniárselas para subsistir. Afortunadamente las y los mexicanos recurrimos al ingenio del changarro, lo que resulta admirable, sin embargo el comercio informal nosenfrenta a una paradoja monumental que daña a toda la sociedad y crea dos países paralelos.
El negocio informal, por su propia naturaleza, evade todas las reglas del Estado. No cuenta con permisosde operación, vende alimentos sin regulaciones de salud, contrata gente sin derechos laborales y prestaciones, invade espacios públicos, no paga renta, ni predial, ni impuestos. En pocas palabraspuede cometer fraude, intoxicar gente, arrebatar clientes al vecino, fomentar la competencia desleal, vender productos piratas producidos por el crimen organizado y depreciar el vecindario; todo ello sinasumir responsabilidad ante terceros.
Una vez que la gente logra cierta estabilidad en la economía informal difícilmente regresará a la vía formal. Porque implica dejar el 30% de sus ganancias enHacienda, pagar seguridad social para sus empleadas y respetar sus derechos laborales; rentar un local y pagar el predial que permite alumbrado público y limpieza de calles, encima pagar por...
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