El comienzo

La primera vez que fui al psicólogo nos quedamos mirándonos mucho rato hasta que por fin alguien decidió hablar.
No fui yo, por supuesto.
Ni él.
En realidad fue un chico. Tenía el pelo negro y letapaba las orejas. Y los ojos azules. El azul más intenso que había visto jamás. Me sorprendió ver que llevaba puesto un gorro negro con orejas. No me sorprendió que el gorro llevara orejas.
Mesorprendió que llevara gorro. Porque era verano.
-Es mi turno. – dijo el chico.
Me levanté. Miré al psicólogo, y luego me marché. Sin decir nada.
Cuando pasé por al lado del chico, no le miré. Ni él amí. Pero deseé con todas mis fuerzas que me agarrara del brazo y me impidiera marcharme. Obviamente, no lo hizo. Así que crucé la puerta y eché a andar por el pasillo del hospital.
Los ojos se meempezaron a llenar de lágrimas y me prometí a mí misma que jamás volvería a ese psicólogo. Ni a ese ni a ningún otro.
Cuando cerré la puerta del coche tras de mí, mi madre me preguntó:
-¿Qué tal haido?
Me encogí de hombros sin mirarla.
-¿Qué quiere decir eso?
-Que no ha ido ni bien ni mal. Simplemente no ha ido.
-No lo entiendo.
-No hemos hablado, mamá. No me ha dicho nada. Simplementehemos estado en silencio.
Entonces rompí a llorar. No sé por qué lo hice, quizá llevaba demasiada tensión encima.
Quizá debería haber llorado en la consulta del psicólogo y no en el coche.
Mi madre memiró durante largo rato con cara de apenada. Por un momento pensé que me abrazaría, o que al menos saldría del coche e iría a decirle cuatro cosas al psicólogo ese de pacotilla que nos estaba sacandoel dinero. Pero no hizo ninguna de las dos cosas. Dio un largo suspiro, miró al frente y arrancó el coche.
Y ahora yo estoy escribiendo esto desde un tren.

Nunca he sabido cómo empezar unahistoria. O cómo continuarla. O acabarla.
En realidad nunca he tenido ni idea de nada. Sólo me lanzaba, ahí, a ver si surgía algo. A ver si las letras se ordenaban ellas solas.

La segunda vez que volví...