El constructor de arboles Chris Howard

Chris Howard
El constructor
de árboles

A mi padre

PRIMERA PARTE

1

Me consideraban demasiado joven para ser un constructor de
árboles. Lo veía en sus miradas. Me miraban como si tuviera
que impresionarles, y lo malo era que no tenía otro remedio.
El carro se había quedado sin combustible, y yo tenía la
barriga tan dura que no podía ni ponerme tieso para rascarla.
Había construido losmejores árboles de las Ciudades de
Acero, pero quién lo hubiera dicho a juzgar por la sequía
que llevaba.
—¿Hoja perenne? —pregunté mirando a Frost, que era
el tipo interesado en los árboles.
—Nos gustaría contemplar el paso de las estaciones,
señor Banyan. —Frost era un tonel de hombre, de esos que
tienen varias papadas. Se había blanqueado el pelo con lejía
para parecer mayor, pero el rostro daba laimpresión de
haberse congelado veinte años atrás en el tiempo.
—Ése es el truco que todos esperan ver, ¿verdad?
—pregunté, sacudiendo la cabeza. Había que hacer que
cualquier encargo pareciera complicado, tal como me había
enseñado mi padre. El cliente paga más y acaba doblemente
satisfecho.

—Usted reúna toda la chatarra que necesite —dijo
Frost.
Podía decirse que se olía el dinero a la legua.El
cabello de su mujer centelleaba y tenía toda clase de adornos
en el rostro. Qué coño, incluso su guardián parecía
inmaculado: limpias las rastas, la larga barba trenzada con
tejido; tampoco tenía una sola marca. Todo ello era prueba
de que no había que meterse con ese guardaespaldas en
cuestión.
Eché un largo vistazo en torno al terreno descuidado.
Casi media hectárea, como mínimo. Pelada y fea,cubierta de
tierra y cielo. Pero no por mucho tiempo. No si yo construía
un bosque en cuyo interior perderse. Una sombra donde
ponerse a cubierto del sol, donde tener un respiro del viento.
Un lugar que mostrase al mundo que aún había quien era
propietario de algo especial.
Contaba con cierta pendiente que me proporcionaría
algo de perspectiva con la que jugar, y está bien, les daría
lasestaciones. Las hojas de plástico recorridas por circuitos
que cambiarían de color y se marchitarían en las ramas de
metal. Les proporcionaría flores por primavera y colores
otoñales.
—Buenas noticias, señor Frost. —Esbocé una sonrisa,
al tiempo que le tendía la mano—. El paso de las estaciones

es mi especialidad.
Frost respondió a la sonrisa pero no hizo caso de la
mano que le tendía. Siguió allí depie, con los brazos
descansando sobre su propia tripa, y los labios fruncidos
como si se riera de una broma privada. Luego se dirigió con
paso decidido hacia su esposa, cuyos hombros puntiagudos
rodeó con el brazo, y en ese momento lo sentí por ella,
quiero decir que lamenté que tuviera que estar tan cerca de
ese tipo. Sin duda la mujer era impresionante: ojos grises,
piel oscura.
—La cuestión es—empezó diciendo Frost, a quien le
tembló todo el cuerpo cuando acarició el top de poliéster de
su mujer— si usted podría construir… esto.
Entonces Frost tiró con fuerza de la prenda y la mujer
se quedó ahí prácticamente desnuda, justo delante de mis
ojos.
Jamás había visto algo parecido.
Era tan hermosa que yo no hubiera sabido qué hacer
con ella, pero en realidad fue el árbol lo que me dejó sinaliento.
Lo llevaba tatuado en la piel con un millar de
tonalidades distintas. Las raíces se extendían hacia abajo por

la derecha de la cadera, y un tronco delgado, blanco y curvo
le recorría el vientre, a partir del cual se alzaban las ramas.
Un árbol frágil. Flexible. Con hojas doradas que caían a
medida que una brisa imaginaria sacudía el árbol.
Sentí una gota de sudor que se me deslizaba por laespalda. La esposa de Frost permaneció fría como el hielo,
penetrándome con la mirada hasta que finalmente decidí
apartar la vista.
Frost soltó una risotada y se apartó de la mujer,
dejándola ahí semidesnuda, con la prenda rota.
—¿Podrías construirlo, muchacho? —Fue el guardián
quien habló. Tenía una voz tan profunda como corpulento
era. Sus ojos, que no pestañeaban, compartían color con su...