El corazon del laberinto
Identidad y misión de la Universidad Católica
ZENON CARDENAL GROCHOLEWSKI
Introducción
Es de verdad una alegría grande para mí visitar por tercera vez esta Pontificia Universidad Católica Argentina. Agradezco por eso su gentil invitación.
Mi conferencia quiere ser una pequeña aportación en torno al fondo de la actual crisis del pensamiento humano.El pensador español, José Luis Pinillos, comienza así su libro ‘El corazón del laberinto’:
“Como saben los niños, el Laberinto era el palacio de un antiguo rey de Creta, llamado Minos. Allí estaba encerrado el Minotauro, un temible monstruo con cabeza de toro y cuerpo de hombre, al que todos los años se le entregaban siete doncellas y siete efebos traídos de Atenas.
El laberinto era, entonces,un intrincado cruce de salas y pasillos del que nadie había logrado salir, hasta que Teseo se dejó guiar por el hilo de Ariadna. Luego, con el tiempo, un laberinto ha pasado a ser una cosa enredada, un asunto al que no se le ve la salida, un embrollo. La actual situación del mundo pertenece por derecho propio a este género” (Editorial Espasa Calpe, Madrid, 1997, p.9).
Sí, la imagen del“laberinto” me parece especialmente acertada para describir la situación de la cultura en el mundo occidental, ahora que nos vamos adentrando en el nuevo milenio. Un “laberinto” en el que vivir no es ya vivir, sino sobrevivir a la desesperación que produce no encontrar la salida.
Perdidos en los vericuetos del laberinto de nuestra civilización – de la que tan orgullosos nos mostramos a veces– nos afanamos enbuscar a ciegas la salida.
Estoy convencido que la Universidad Católica tiene mucho que aportar para la causa del hombre y de la sociedad en esta situación.
I. Recorriendo el laberinto
Pero para poder entender bien y encuadrar correctamente la aportación que la Universidad Católica está llamada a dar, es necesario que nos preguntemos: ¿Cómo es que hemos llegado a esta situación? ¿Qué ideapodemos tener del trazado del laberinto en que nos encontramos? Ciertamente, de la misma manera que el mítico laberinto de Creta, el de nuestros días tiene también un Dédalo que lo ha construido.
Juan Pablo II, en los más de 26 años de su Magisterio, ha ido delineando el trazado de este laberinto. Sin ánimo de presentar ahora una exposición completa sobre este tema, me limito a comentar algunos trazosque podemos encontrar en tres encíclicas fundamentales en las que desarrolla toda una temática antropológica. Me refiero a Veritatis splendor, publicada en 1993, Evangelium vitae en 1995 y Fides et ratio en 1998.
1. Abandono de la metafísica
En primer lugar, creo que en nuestro tiempo, caracterizado como periodo de rápidos y complejos cambios, la búsqueda de la verdad última ha quedadofrecuentemente oscurecida. Las verdades “estables”, que el hombre estaba seguro de haber alcanzado y que eran auténticos puntos de referencia, son infravaloradas y dejadas de lado; entretanto se abre paso un pluralismo indiferenciado, basado en el convencimiento de que todas las posiciones son igualmente válidas (Fides et ratio, 5).
Así, podemos descubrir en nuestro ambiente cultural occidental unadifundida desconfianza hacia las afirmaciones universales y absolutas, sobre todo por parte de quienes consideran que la verdad es el resultado del consenso y no ya de la adecuación del intelecto a la realidad objetiva (Fides et ratio, 56).
Lógicamente con estos presupuestos no queda indemne el campo moral. La gran sensibilidad que el hombre contemporáneo muestra por la historicidad y por la cultura,lleva a algunos a dudar de la inmutabilidad
de la misma ley natural y, por tanto, de la existencia de “normas objetivas de moralidad”, válidas para todos los hombres: de ayer, de hoy y de mañana (Veritatis splendor, 53).
¿Cómo es que hemos llegado hasta aquí? Podemos comprenderlo a partir de la filosofía moderna. Sin duda, ella tiene el gran mérito de haber concentrado su atención en el...
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