El Crimen Del Triangulo Equilatero
Corre el año 1863 y una joven aldeana, Ángela, que años después llegará a ser gobernanta, va a Cantaloa para trabajar en el Gran Hotel. Allí se pone a las órdenes de Mercedes, una mujer seria, exigente y disciplinada. La recién llegada es una muchacha humilde, dulce, obediente y dispuesta; una joven que tiene ilusiones... y un corazón prendado de don Carlos, el futuro dueño del GranHotel. La historia de amor de don Carlos y Ángela es uno de los grandes secretos que se ocultaron en el Gran Hotel durante décadas, aunque no es el único. Las paredes del majestuoso edificio encierran la clave para desvelar el misterio que envuelve un asesinato sucedido hace años y que supuso el origen del asesino del cuchillo de oro. Entre la segunda mitad del siglo XIX y la
primera décadadel XX, seremos testigos de los secretos que se esconden tras los muros del Gran Hotel. Amores, traiciones y asesinatos bailan entre el pasado y el presente.
MARÍA LÓPEZ CASTAÑO
EL SECRETO de ÁNGELA
Gran Hotel, Cantaloa, 1906 Había llegado al final del pasillo cuando se dio cuenta de que aquel joven no la seguía desde hacía rato. Ángela deshizo sus pasos por el corredor hasta alcanzar almozo de enjuto rostro que permanecía tieso frente a una encrucijada de pasillos. —Aprieta el paso, muchacho, no tenemos todo el día. El mozo agarró con fuerza un atillo repleto de útiles de albañilería y caminó tras ella. No quería volver a perderse, así que su cuerpo se pegó al de la gobernanta como un bulto molesto en su espalda. Ángela se arrepintió al momento del modo en que le había hablado.Una vez más, su tono seco y cortante había generado un miedo innecesario. Ahora tendría que aguantarse y notar en su cogote el aliento del muchacho durante todo el
camino. Los pasos de ambos pronto se sincronizaron por aquel corredor lleno de recovecos. Desde esa parte del hotel se podía escuchar el cálido murmullo de los camareros que entraban y salían de la cocina cargados con platos. Elolor a guiso de perdiz inundó de saliva la boca del mozo, lo que le hizo fantasear momentáneamente con rebañar los huesos roídos por algún aristócrata. Ángela se paró frente a una puertita de madera estropeada por el paso del tiempo y tomó aire. Hacía muchos años que no visitaba el sótano. De un lado, pocas veces había tenido la obligación de bajar desde que se iniciara como gobernanta del GranHotel. De otro, viejos recuerdos reprimidos la alejaban de aquel lugar cada vez que pasaba cerca. Justo junto a la puerta, un par de estantes sostenían dos farolillos que la gobernanta prendió con habilidad. Desde hacía un año, la
electricidad había hechizado al hotel con su luz feroz. El interior quedaba mágicamente iluminado cuando, en el jardín, la noche iba ganando terreno al sol. Para laslargas tertulias masculinas se prefería la luz que simulaba el mediodía. Así, el humo del tabaco solía formar delgadas nubes que encapotaban una atmósfera radiante. Para las mujeres, se escogía la luz indirecta de las lámparas de mesa que, cubierta por una pantalla de seda rosa, favorecía el rubor de sus mejillas. Sin embargo, aquel sótano mantenía la misma oscuridad desde hacía décadas. Nadie hacíauso de él. Y si era necesario bajar, un farolillo para iluminarse era más que suficiente. Ángela le entregó uno al joven. —No dejes que se apague. Te va a hacer falta. Acto seguido sacó una llave, que debía de llevar enganchada de algún pliegue del vestido, y abrió la puerta, que emitió un
quejido perezoso tras años de letargo. Después de bajar unos destartalados escalones de madera, lagobernanta cerró la puerta tras de sí y se colocó delante del joven para guiarlo por aquella ruta incierta. El sonido del trajín de la cocina se desvaneció y se hizo un silencio hostil. Al vislumbrar la oscuridad del angosto camino, el chico sintió un escalofrío que le recorrió todo el cuerpo. Si Ángela lo notó, no hizo gesto de comprensión alguno. Su espalda se irguió mostrando seguridad cuando, en...
Regístrate para leer el documento completo.