El cuento y yo
Jorge Luis Borges
Sabemos que no fue Borges amigo de teorizar sino sólo indirectamente, a través de sus propios cuentos y de algunos prólogos que también eran ficciones en cierta forma. No podía faltar, sin embargo, en esta recopilación, un aporte de quien —junto con Quiroga y Cortázar— ocupa puesto de privilegio en la cuentística de este siglo. La charla informal grabada ytranscrita en diarios y revistas de Perú, México y Argentina, nos permite incluirlo. El recuerdo de algunos de sus cuentos. («El Zahir», «El libro de arena» y «Tlön, Uqbar, Orbis Tertius») y la reconstrucción (a la manera de Poe) de los pasos perdidos en el proceso de su escritura, permiten a Borges formular una concepción metafórica de lo que considera el cuento perfecto: aquel objeto literario)que a pesar de ser aparentemente común y corriente como una moneda («El Zahir» alcanza por el misterio de la inspiración y la virtud del trabajo literario un carácter único, dejando por ello en quien lo recibe una huella inolvidable.
En Carlos Pacheco y Luis Barrera Linares (compiladores), Del cuento y su alrededores. Aproximaciones a una teoría del cuento, Caracas: Monte Ávila, 1997.Coedición con
Acaban de informarme que voy a hablar sobre mis cuentos. Ustedes quizás los conozcan mejor que yo, ya que yo los he escrito una vez y he tratado de olvidarlos, para no desanimarme he pasado a otros; en cambio, tal vez alguno de ustedes haya leído algún cuento mío, digamos, un par de veces, cosa que no me ha ocurrido a mí. Pero creo que podemos hablar sobre mis cuentos, si les parece quemerecen atención. Voy a tratar de recordar alguno y luego me gustaría conversar con ustedes que, posiblemente, o sin posiblemente, sin adverbio pueden enseñarme muchas cosas, ya que no creo, contrariamente a la teoría de Edgar Allan Poe, que el arte, la operación de escribir, sea una operación intelectual. Yo creo que es mejor que el escritor intervenga lo menos posible en su obra. Esto puedeparecer asombroso; sin embargo, no lo es: en todo caso se trata, curiosamente, de la doctrina clásica. Lo vemos en la primera línea —yo no sé griego— de La Ilíada de Homero, que leemos en la versión tan censurada de Hermosilla: «Canta, Musa, la cólera de Aquiles». Es decir, Homero, o los griegos que llamamos Homero sabían que el poeta no es el cantor, que el poeta (el prosista, da lo mismo) essimplemente el amanuense de algo que ignora y que en su mitología se llamaba la Musa. En cambio, los hebreos prefirieron hablar del espíritu, y nuestra psicología contemporánea, que no adolece de excesiva belleza, de la subconsciencia, el inconsciente colectivo, o algo así. Pero, en fin, lo importante es el hecho de que el escritor es un amanuense, él recibe algo y trata de comunicarlo, lo que recibe noson exactamente ciertas palabras en un cierto orden, como querían los hebreos, que pensaban que cada sílaba del texto había sido prefijada. No, nosotros creemos en algo mucho más vago que eso, pero, en cualquier caso, en recibir algo.
Voy a tratar entonces de recordar un cuento mío. Estaba dudando mientras me traían y me acordé de un cuento que no sé si ustedes han leído: se llama El Zahir. Voya recordar cómo llegué yo a concepción de ese cuento. Uso la palabra «cuento» entre comillas, que no sé si lo es o qué es, pero, en fin, el tema de los géneros es lo de menos. Croce creía que no hay géneros; yo creo que sí, que los hay en el sentido de que hay una expectativa en el lector. Si una persona lee un cuento, lo lee de un modo distinto de su modo de leer cuando busca un artículo en unaenciclopedia o cuando lee una novela, o cuando lee un poema. Los textos pueden no ser distintos pero cambian según el lector, según la expectativa. Quien lee un cuento sabe o espera leer algo que lo distraiga de su vida cotidiana, que lo haga entrar en un mundo, no diré fantástico —muy ambiciosa es la palabra— pero sí ligeramente distinto del mundo de las experiencias comunes.
Ahora llego a...
Regístrate para leer el documento completo.