EL CUERPO DEL DOLOR
CUERPO
DEL
DOLOR
Eckhart
Tolle
e
EL
CUERPO
DEL
DOLOR
En
su
mayor
parte,
nuestro
proceso
de
pensamiento
es
involuntario,
automático
y
repetitivo.
No
es
más
que
una
especie
de
estática
mental
que
no
cumple
ningún
propósito
real. Estrictamente
hablando,
no
pensamos:
el
pensamiento
es
algo
que
nos
sucede.
Cuando
decimos
"yo
pienso"
está
implícita
la
voluntad.
Implica
que
tenemos
voz
en
el
asunto,
que
podemos
escoger.
Sin
embargo,
en
la
mayoría
de
los
casos
no
sucede
así.
La
afirmación "yo
pienso"
es
tan
falsa
como
la
de
"yo
digiero"
o
"yo
circulo
mi
sangre".
La
digestión
sucede,
la
circulación
sucede,
el
pensamiento
sucede.
La
voz
de
la
mente
tiene
vida
propia.
La
mayoría
de
las
personas
están
a
merced
de
esa
voz,
lo
cual
quiere
decir
que
están
poseídas
por
el
pensamiento,
por
la
mente.
Y
puesto
que
la
mente
está
condicionada
por
el
pasado,
empuja
a
la
persona
a
revivir
el
pasado
una
y
otra
vez.
En
Oriente
utilizan
la
palabra
karma
para
describir
ese
fenómeno. Claro
está
que
no
podemos
saber
eso
cuando
estamos
identificados
con
esa
voz.
Si
lo
supiéramos,
dejaríamos
de
estar
poseídos
porque
la
posesión
ocurre
cuando
confundimos
a
la
entidad
poseedora
con
nosotros
mismos,
es
decir,
cuando
nos
convertimos
en
ella.
Durante miles
de
años,
la
humanidad
se
ha
dejado
poseer
cada
vez
más
de
la
mente,
sin
poder
reconocer
que
esa
entidad
poseedora
no
es
nuestro
Ser.
Fue
a
través
de
la
identificación
completa
con
la
mente
que
surgió
un
falso
sentido
del
ser:
el ego.
La
densidad
del
ego
depende
de
nuestro
grado
(el
de
nuestra
conciencia)
de
identificación
con
la
mente
y
el
pensamiento.
El
pensamiento
es
apenas
un
aspecto
minúsculo
de
la
totalidad
de
la
conciencia,
la
totalidad
de
lo
que
somos.
El grado
de
identificación
con
la
mente
varía
de
persona
a
persona.
Algunas
personas
disfrutan
de
períodos
de
libertad,
por
cortos
que
sean,
y
la
paz,
la
alegría
y
el
gusto
por
la
vida
que
experimentan
en
esos
momentos
hacen
que
valga
la
pena vivir.
Son
también
los
momentos
en
los
cuales
afloran
la
creatividad,
el
amor
y
la
compasión.
Otras
personas
permanecen
atrapadas
en
el
estado
egotista.
Viven
separadas
de
sí
mismas,
de
los
demás,
y
del
mundo
que
las
rodea.
Reflejan
la
tensión
en
su
rostro, en
su
ceño
fruncido,
o
en
la
expresión
ausente
o
fija
de
su
mirada.
El
pensamiento
absorbe
la
mayor
parte
de
su
atención,
de
tal
manera
que
no
ven
ni
oyen
realmente
a
los
demás.
No
están
presentes
en
ninguna
situación
porque
su
atención
está...
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