El Cuervo


El Cuervo
Proyecto

José Alfredo López Islas





el cuervo
Por: José Alfredo López Islas
Una vez, al filo de una oscura noche, mientras débil y cansado, en tristes reflexiones embebido, inclinado sobre un viejo y raro libro de olvidada ciencia, cabeceando, casi dormido, escuche un leve golpe, como si suavemente, tocaran a la puerta de mi cuarto.
“Es —dije susurrando— un visitante tocando quedoa la puerta de mi cuarto.
Eso es todo, y nada más.”

¡Ah! aquel claro recuerdo de un frio diciembre; espectros de brasas moribundas reflejadas en el suelo; angustia del deseo del nuevo día; en vano encareciendo a mis libros dieran tregua a mi dolor.
Dolor por la pérdida de Leonora, la única, virgen radiante, Leonora llamada por los ángeles.
Aquí ya sin nombre, para siempre.

Y el crujir triste,vago, escalofriante de la seda de las cortinas rojas llenándome de fantásticos terrores jamás antes sentidos.  Y ahora aquí, en pie, calmando el latido de mi corazón, vuelvo a repetir:
“Es un visitante a la puerta de mi cuarto queriendo entrar. Algún visitante que a tal hora a mi cuarto quiere entrar.
Eso es todo, y nada más.”

Ahora, mi ánimo cobraba bríos, y ya sin titubeos:
“Señor —dije— oseñora, en verdad su perdón imploro, el caso es que, adormilado cuando vino a tocar, tan silencioso vino, a llamar a la puerta de mi cuarto, que apenas pude creer que lo oía.”
Y entonces abrí de par en par la puerta:
Oscuridad, y nada más.

Analizando mucho en aquella negrura permanecí un largo rato, atónito, temeroso, dudando, soñando cosas que ningún mortal se haya atrevido jamás a soñar.
Mas en elsilencio profundo la quietud callaba, y la única palabra ahí era el balbuceo de un nombre: “¿Leonora?”
Lo pronuncié en un susurro, y el eco lo devolvió en un murmullo: “¡Leonora!”
Apenas esto fue, y nada más.

Vuelto a mi cuarto, mi alma toda, toda mi alma abrasándose dentro de mí, no tardé en oír de nuevo tocar con mayor fuerza.
“Ciertamente —me dije—, ciertamente algo sucede en la reja de miventana.
Dejen, que vea lo que sucede allí, y así podre saber más sobre el misterio.
Dejen que a mi corazón llegue un momento el silencio, y así podre saber más sobre el misterio.”
¡Es el viento, y nada más!

De un golpe abrí la puerta, y con suave aleteo, entró un majestuoso cuervo de los santos días idos.
Sin asomos de reverencia, ni un instante quedo; y con aires de gran señor o de gran dama fue aposarse en el busto de Palas, sobre lo alto de mi puerta.
Parado, inmóvil, y nada más.

Entonces, este pájaro de árbol cambió mis tristes fantasías en una sonrisa con el grave y severo comportamiento del aspecto de que se cubría.
“Aun con tu cresta cercenada y mocha —le dije—, no serás un cobarde, horrendo cuervo viejo y amenazador.
Evadido de la ribera nocturna.
¡Dime cuál es tu nombre en laribera de la Noche rocosa!”
Y el Cuervo dijo: “Nunca más.”

Cuánto me asombró que pájaro sin ninguna gracia pudiera hablar tan claramente; aunque poco significaba su respuesta.
Poco pertinente era. Pues no podemos sino concordar en que ningún ser humano ha sido antes bendecido con la visión de un pájaro parado sobre el dintel de su puerta, pájaro o bestia, parado en el busto esculpido de Palas en eldintel de su puerta con semejante nombre: “Nunca más.”

Mas el Cuervo, parado solitario en el tranquilo busto.
Las palabras pronunció, como depositando su alma sólo en esas palabras.
Nada más dijo entonces; no movió ni una pluma.
Y entonces yo me dije, apenas murmurando:
“Otros amigos se han ido antes; mañana él también me dejará, como me abandonaron mis esperanzas.”
Y entonces dijo el pájaro:“Nunca más.”

Tentado a romper el silencio tan adecuadas palabras, “sin duda —pensé—, sin duda lo que dice es todo lo que sabe, su solo registro, aprendido de un amo infortunado a quien un cruel desastre persiguió, acosó sin dar tregua hasta que su repetición sólo tuvo un sentido, hasta que las pena de su esperanza llevaron sólo esa carga melancólica de ‘Nunca, nunca más’.”

Mas el Cuervo arrancó...