El Descubrimiento De Las Brujas Deborah Harkness
manuscrito identificado como Ashmole 782. Descendiente de un antiguo linaje de brujas, Diana intuye que el manuscrito está relacionado de
alguna manera con la magia, pero no quiere tener nada que ver con la brujería. Y después de tomar algunas notas sobre suscuriosos dibujos, lo
devuelve sin perder más tiempo a las estanterías. Lo que Diana no sabe es que se trata de un manuscrito alquímico que ha estado perdido
durante siglos y cuyo descubrimiento ha desencadenado que hordas de daimones, vampiros y brujas salgan a la luz de las salas de lectura de la
Biblioteca.
Una de esas criaturas es Matthew Clairmont, un enigmático genetista, amante del buenvino y vampiro milenario, cuya alianza con Diana se hará
progresivamente más íntima y poco a poco surgirá entre ambos una relación que hará tambalear los tabúes asentados desde hace tiempo en un
mundo secreto y encantado.
La teoría de la evolución de Darwin no contempló todos los seres que habitan la Tierra, pero Deborah Harkness lo ha hecho en esta emocionante
e ingeniosa novela. Desde Oxford aNueva York, y de aquí a Francia, la magia, la alquimia y la ciencia nos desvelan sus verdaderos vínculos en el
libro definitivo sobre la brujería y sus poderes.
Deborah Harkness
El descubrimiento de las brujas
eP UB v2 .1
Dukoman - NitoStr ad 01.06.12
Título original: A Discovery of W itches
Autor: Deborah Harkness
Traducción: Julio Sierra
Ilustraciones: Tal Goretsky y P aso de ZebraDiseño/retoque portada: Charlie Waite
P rimra edición: abril de 2011
Editor original: Dukoman (v1.0)
Segundo editor: NitoStrad (v2.0)
eP ub base v2.0
Para Lexie y Jake, y sus brillantes futuros
Empieza con la ausencia y el deseo.
Empieza con sangre y miedo.
Empieza con el descubrimiento de las brujas.
Capítulo
1
E
l volumen encuadernado en cuero no era nada extraordinario. Antiguo y gastado comoestaba, a cualquier historiador normal y corriente no le habría parecido
diferente de otros cientos de manuscritos en la Biblioteca Bodleiana de Oxford. Pero yo supe que había algo raro en él desde el mismo momento en que lo recibí.
La sala de lectura Duke Humphrey estaba desierta esa tarde de final de septiembre, y los pedidos de material de la biblioteca eran satisfechos rápidamente, ya que laafluencia de eruditos visitantes durante el verano había terminado y la locura del periodo de otoño todavía no había comenzado. De todas formas, me sorprendí cuando
Sean me detuvo en el mostrador de préstamos.
—Doctora Bishop, aquí están tus manuscritos —susurró con un ligero tono de niño travieso en la voz. La parte delantera de su jersey de rombos tenía marcas de
óxido dejadas por las viejasencuadernaciones de cuero que él sacudió con cuidado. Un mechón de pelo rubio rojizo le cayó sobre la frente mientras lo hacía.
—Gracias —le respondí con una sonrisa. Yo estaba infringiendo descaradamente las reglas que limitaban el número de libros que un lector se podía llevar por día.
Sean, que había compartido muchas copas conmigo en el pub de estuco rosado al otro lado de la calle en nuestros días deestudiantes de posgrado, había estado
recibiendo mis pedidos sin decir una palabra durante más de una semana—. Y deja de llamarme doctora Bishop. Siempre me parece que te estás dirigiendo a otra
persona.
Esbozó una gran sonrisa y empujó los manuscritos —todos con magníficos ejemplos de ilustraciones alquímicas de las colecciones de la Bodleiana— por encima de
su gastada mesa de roble, cada unometido en una caja de cartón gris para protegerlos.
—Oh, hay uno más.
Sean desapareció por entre los anaqueles durante un momento y volvió con un grueso manuscrito en cuarto, encuadernado simplemente con cuero de becerro
moteado. Lo puso encima de la pila y se inclinó para observarlo. Los finos bordes dorados de sus gafas brillaron a la débil luz que daba la vieja lámpara de lectura de
bronce,...
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