El Desprecio De Las Masas Y El Aprecio Por Cádiz
I
No está de más justificarse cuando a uno le brindan la oportunidad de elegir. Elección doble: por un lado examen presencial modelo ceutí –mi Centro Asociado- o trabajo sustitutorio modelo gallego –por lodel nunca mais, al parecer, a partir del curso 2009/10; por otro lado, una nómina de libros al gusto del consumidor. Sobre lo primero no pienso aburrir relatando cierta suerte de causalidad del destino hegeliana, en relación con una improbada pero sospechable confabulación entre tecnología y política –no sé si educativa o laboral, que en mi caso confluyen- que me ha desviado de mi intenciónprimera de realizar la prueba presencial, pero que al tiempo se ha tornado en reto; sobre lo segundo, un azar sin más que me remite al Cádiz de un subtítulo que, sin duda, defraudará expectativas de originalidad pero que, por otro lado, espero que no se considere impertinente. Y es que la historia de este libro comienza con un rápido fin de semana / puente en que aproveché para pasar el día de mi santoen esta ciudad tan vinculada a “la Pepa”. Durante la mañana siguiente estuve hojeando –y ojeando- los escasos tres candidatos en la biblioteca de la UNED de Cádiz, entre los que se encontraba el libro de Sloterdijk. Poco después, el azar al que hacía referencia, me hizo en una librería preguntar, sin fe, pues ya había tenido esta tentativa en otras ocasiones, por los libros propuestos para estebloque. No sé si sabía lo que buscaba o si supe reconocer lo que encontré: El desprecio de las masas, única opción y engañada elección, entró a formar parte de mi patrimonio material y, en breve, veremos si también intelectual. O si no. Me sorprendió que un libro de este tipo, habitualmente devenido, estuviera en la estantería de una forma kantianamente originaria, “ya ahí formado” como tal vezdiría Habermas (o simplemente, que no hubiera que encargarlo, en terminología neófita). Más sorprendente fue que, ante mi sorpresa, el librero se
1
sorprendiera a su vez, sentenciando –y no pretendo ser literal- algo así como: “claro, pisha, este libro se vende musho”, declaración que viene a decir que nos encontramos ante un verdadero best-seller (¿?). Aquella visita / flechazo tan breve a laciudad trimilenaria desembocó en que en un día tan revolucionario como el 14 de julio –legalité, égalité, fraternité-, y ya de VACACIONES (nótese que en mayúscula), mis pasos y el azar me hicieran toparme con la gente (si Ferrater Mora pasa directamente de “marxismo-leninismo” a “Masaryk, Thomaš Garrigue” será porque “la masa” no es tan importante, y no veo yo qué obstáculo hay para hablarsencillamente de la gente1). Después de una internáutica tarde a vueltas con Sloterdijk y, sobre todo, intentado hacerme una idea lo más cabal posible de lo que nos ha aportado Canetti, citado ampliamente por nuestro autor, sobre la masa y el poder para rellenar los momentos de ocio de cierta “gente” –extraña forma para algunos, por cierto, de entender una vacaciones con mayúsculas- me topé,efectivamente, con gente; solo que en esta ocasión fui yo quien irrumpió súbitamente, al doblar la esquina, enfrentándome a una masa que ya existía cuando yo llegué: era de todas formas un triunfo, al menos parcial, de Canetti sobre Sloterdijk. Este gentío estaba formado en su totalidad por cuerpos de mujer, y ojo: no es un comentario erótico ni sexista, en cuanto que no me estoy refiriendo a la feminidad delos cuerpos sino a la corporeidad de las féminas, corporeidad a la que hay que atribuir el anunciado triunfo de Canetti. Quien sí hace comentarios sexistas es Gabriel Tarde cuando habla de la masa tumultuosa como fenómeno “lascivamente femenino” (14)2. Esta masa corpórea canettiana, ignorando al Sloterdijk que afirma como superada la “época en la que gritar todavía servía para algo” (25),...
Regístrate para leer el documento completo.