El dia despues de ese dia
Fernández tomaba café mientras contemplaba el fuego chisporroteante de la chimenea. Fuera la noche sepresentaba clara y serena. La casa de Fernández estaba apartada del pueblo, y la rodeaba una plantación de maíz, que esa noche se mecía acariciada por una brisa nocturna algo fría.
Fernández dejó suasiento para atizar el fuego. Daba golpecitos a un leño con el atizador cuando alguien golpeó frenéticamente la puerta.
- ¡Fernández, ábrame, rápido! ¡Oh ya están cerca! - gritó alguien desdeafuera.
- ¿Quién es, qué quiere? - preguntó Fernández mientras descolgaba la escopeta.
- ¡Soy Romualdo! ¡Ábrame por favor! ¡Rápido! - La voz le había resultado familiar, y al escuchar el nombre destrabóla puerta. Romualdo entró como un viento y la cerró el mismo.
Fernández lo conocía del pueblo, Romualdo era todo un personaje, y decía ser brujo. Era un veterano alto y delgado, de pelo largo,siempre andaba con un montón de collares, amuletos, y baratijas que vendía a cuanto incauto pudiera. Según él, tenía objetos para curar cualquier tipo de mal, y hasta algunos que lo causaban, aunque esoseran más caros.
- ¿De quién andas disparando, quién te sigue? - lo interrogó Fernández. Romualdo corrió apenas la cortina y espió por la ventana.
- Los muertos del cementerio - le respondió.
-¿Qué? ¡Acaso estás borracho!, o te creíste tus propios cuentos de terror, esos que vives desparramando para vender tus porquerías de brujería.
- Esto no es ningún cuento, es real - dijo Romualdo yvolteó hacia Fernández, para enseguida volver a vigilar por la ventana, entonces continuó -. Es culpa de este maldito libro - y sacó un libro de un bolso que cargaba cruzado al hombro - Nunca penséque funcionaría - siguió Romualdo -. Lo hice por curiosidad… o aburrimiento… no sé. El asunto es que el maldito hechizo funcionó. ¡Cuando quise ver estaba rodeado de muertos! ¡Oh, ahí vienen!...
Regístrate para leer el documento completo.