el diablo de los numeros
Gran parte de los trámites que antes se realizaban personalmente en alguna instalación privada o de gobierno, actualmente se efectúan por internet. Pareciera que en un futuro no muy lejano, la mayoría de nuestras interacciones laborales, económicas y sociales, entre otras actividades, se realizarán a través de la tecnología electrónica.
Aunque estaalternativa tiene mucha funcionalidad, aceptación y otras características favorables, surge una pregunta: ¿existe una conciencia ética sobre el uso adecuado de la nueva herramienta? Lo que está en juego es la seguridad y la confianza de los usuarios.
¿Qué es la ética?
Desde sus inicios, la ética fue acuñada por Aristóteles como la disciplina filosófica que estudia el bien, el mal y susrelaciones con el comportamiento humano en una comunidad. El dilema ha sido: ¿qué es lo que está bien o mal? Podemos pensar que lo incorrecto para todos, no es correcto para nadie, lo cual constituye un concepto sobre la moral del llamado imperativo categórico propuesto por el filósofo alemán Kant, y bajo esta premisa nos comportamos en el mundo y en nuestra comunidad.
La relación entreciencia, tecnología y ética puede considerarse una relación problemática. Si bien desde hace ya varios años se multiplican los discursos acerca de la responsabilidad social del científico y también sobre cuestiones éticas y bioéticas –tanto en espacios académicos como de divulgación científica–, está claro que esto no implica necesariamente una expansión de la reflexión en torno al desarrollo de lapráctica tecnocientífica y su orientación ético-política.
Considero que para que tal reflexión se torne efectiva es necesario, en un primer momento, analizar los conceptos en juego. Porque no siempre está claro qué entendemos por “ciencia”, por “tecnología” y tampoco por “ética”, a pesar de la familiaridad que inviste a tales conceptos. Aún más, es frecuente que la sobreabundancia en el uso de laspalabras provoque una suerte de banalización que desgasta su sentido, al punto de convertirlas en cáscaras vacías de contenido aun cuando mantengan intacta su contundencia retórica.
Entre los términos de moda, el de “bioética” y también el de “tecnociencia” –en especial a partir de la publicación en el año 2003 del libro de Javier Echeverría titulado La revolución tecnocientífica– han ganado unespacio interesante en cursos, publicaciones y notas en medios masivos. Ambos pueden resultar útiles a la hora de avanzar en el análisis, pero a condición de que logren escapar de la banalización señalada.
La bioética, por ejemplo, se manifiesta como recurso eficaz para enfrentar los conflictos que la tecnociencia detona, en especial en el campo de las ciencias biomédicas. Sin embargo, confrecuencia este recurso sólo alcanza para realizar un operación cosmética, en la que se regulan o “maquillan” ciertas consecuencias no deseables del desarrollo tecnocientífico. Maquillaje o “barniz” de ética que deja intactos los supuestos que arraigan en nuestras prácticas y que no estamos dispuestos a cuestionar, entre otras cosas porque eso implicaría una reconfiguración de la modalidad de producir,comunicar y aplicar el conocimiento que, en caso de modificarse, afectaría sin duda los intereses de poderosas minorías.
Ahora bien, ¿para qué este recurso a la hibridación presente en el neologismo “tecnociencia”? En primer lugar, para mostrar la improcedencia de las separaciones rígidas y dicotómicas que articulan la epistemología tradicional y que diferencian nítidamente un campo teórico deotro práctico. Mario Bunge, quien encarna el prototipo del epistemólogo “cientificista”, defiende en sus escritos tales dicotomías. Sin negar el vínculo entre ciencia y tecnología, considera Bunge en un artículo de 1983 titulado “Towards a philosophy of techonology” que la ciencia trata con lo real en tanto la tecnología se vincula con lo artificial. Por otra parte, mientras la ciencia se...
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