el diablo de los numeros
por un interminable tobogán desde una torre muy alta y muy vacilante.
En su lugar, soñó con una pradera. Lo curiosoes que la hierba era altísima, tan alta
que a Robert le llegaba al hombro y a veces hasta la cabeza.
Miró a su alrededor y vio, justo delante de él, a un señor bastante viejo, bastante
bajito,más o menos como un saltamontes, que se mecía sobre una hoja de acedera
y le miraba con ojos brillantes.
-¿Quién eres tú? -preguntó Robert.
El hombre le gritó, sorprendentemente alto: -¡Soy eldiablo de los números! Pero
Robert no estaba de humor para aguantarle nada a semejante enano.
-En primer lugar -dijo-, no hay ningún diablo de los números.
-¿Ah, no? ¿Entonces por qué estáshablando conmigo, si ni siquiera existo? -Y en
segundo lugar, odio todo lo que tiene que ver con las Matemáticas.
-¿Por qué? -«Si dos panaderos hacen 444 trenzas en seis horas, ¿cuánto tiemponecesitarán cinco panaderos para hacer 88 trenzas?» Qué idiotez -siguió
despotricando Robert-. Una forma idiota de matar el tiempo. Así que ¡esfúmate!
¡Largo! El diablo de los números se bajó con unelegante salto de su hoja de
acedera y se sentó al lado de Robert, que en protesta se había sentado entre la
hierba, alta como un árbol.
-¿De dónde te has sacado esa historia de las trenzas? Seguroque del colegio.
-¡Y de dónde si no! -dijo Robert-. El señor Bockel, ese principiante que nos da
Matemáticas, siempre tiene hambre, a pesar de estar tan gordo.
Cuando cree que no le vemos porqueestamos haciendo los deberes, saca una
trenza de su maletín y se la devora mientras nosotros hacemos cuentas.
-¡Vaya! -exclamó el diablo de los números, sonriendo con sorna-. No quiero decirnada en contra de tu profesor, pero la verdad es que eso no tiene nada que ver con
las Matemáticas. ¿Sabes una cosa? La mayoría de los verdaderos matemáticos no
sabe hacer cuentas. Además, les da...
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