El diario de Mindfang.
~ En el 14º perigeo 8ilunar del 2º equinoccio de la temporada som8ría ~
El Matalusi plantea un enigma caliginoso como ningún otro. Supongo que se siente molesto por los celos y sería repugnante de no ser tan maravillosamente entretenido. Pero por otra parte, ¿hay algún otro miem8ro de la realeza que pueda tener la cara y aletas de mostrar desprecio por laforma en la que su amante negra lleva a ca8o sus conquistas rojas? Hasta el más sumiso se ha adelantado menos que yo en el asesinato, y la violación me tendría horrorizada de nuevo, si sus dudas no complementaran su arsenal de defectos pintorescos. Me es imposi8le esconder esta sonrisa hasta cuando escri8o esto.
Seguro que lo entiende como mi cacique marítimo, un superior que, aunque conceda laextensión de mi expolio a regañacolmillos, apenas parece que le valga la pena molestarse con un mapa de tinta genuina. Sé que lo entiende. Tomaré lo que quiera. No me espero menos de Dualscar, y sinceramente, me ofendería de lo contrario. ¿Se trata de la sangre vulgar de los pretendientes con los que he sentido placer últimamente? Si su desagrado se de8e a mi trato jovial hacia el orden social o noha pasado el tiempo suficiente en la acogedora compañía de mi apatía o simplemente es muy estúpido. Pude ver la mirada que me echó. Se siente muy seguro al sa8er que no puedo sentir que en su mente se olvida de las traicioneras costum8res de su propio rostro. Sus miraditas son pala8ras para mí, interjecciones en nuestra ingeniosa plática exquisitamente acérrima. Una mirada por delante mientrascito a una esclava de la 8odega, con mucha facilidad entre mis comentarios. Pues sí, Dualscar, eran las mismas esclavas que esta8an en tu 8odega hasta esta hora. Otra nave desplegada irresponsa8lemente, anhelando vulnera8ilidad estratégica. ¿No es esta nuestra rutina? ¿Nuestra danza? ¿A qué se de8e esta mirada, querido kismesis? ¿Es 8ochorno? ¿Envidia? ¿Desprecio al sa8er lo que vendrá ahora?
Laasiento con la ca8eza. Se muestra azarosa y eso la hace más hermosa. Dualscar se mofa sin movimiento o sonido alguno. Sé que da asco alimentar a las som8ras en su rincón de mi 8loque. Seguro que piensa, repréndela en la luz por lo menos. Determina que tinte o8sceno sangra antes de insistir en tu degradación, Marquesa. Acaso lo entiendes, Matalusi. La cuestión es que no lo sa8es y si de verdad loentendieras, tu cruzada contra los Apostalignos no estaría entre los remates más graciosísimos de nuestro Gran Altasangre. (¡Ojala alguien tuviera que estar muy drogado de veras para encontrarlo entretenido!) Y como no lo sa8es, le ro8o la voluntad, pero dejándole la suficiente para que disfrute de su reacción. Sus manos están a mi merced pero siguen tem8lando. Desa8rochan el primer 8otón delcinturón de mi chaqueta, torpemente. He enmascarado exquisitamente la línea que hay entre mis dotes titiriteras y su voluntad, además de que su incertidum8re so8re su propio control aviva su miedo. La esclava desa8rocha el segundo 8otón y, entre el segundo y el tercero, hago un comentario relajado a Dualscar, continuando nuestra conversación. No me responde.
Vuelvo a mirar la cara de mi esclava,imaginándome por un momento que su mente no es un puerto expuesto a todos sus temores. Me imagino que no puedo sentir su convicción de que no es simplemente cuestión de si es llevada a los hierros, sino de lo calientes que estarán si no consigue complacerme. Po8re criatura. Sus cuernos tienen una forma atractiva y conforman una agrada8le pareja entre sus violentas marañas de pelo. Sus dedos, de loscuales he perdido su rastro, llegaron, para sorpresa mía, a la zona entre la enagua y mi piel. El calor de su tacto me dice el alcance pro8a8le del color de su sangre. No ha8ía pensado mirarla, con su signo desprotegido. Su 8oca se a8re un poco y entrecierro los ojos. ¡Ah! Completamente afilada y con todo lo que necesita. Perfecto. Cuán decepcionante es hallar la8ios tem8lorosos ocultando dientes...
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