EL DIOSERO

Páginas: 9 (2121 palabras) Publicado: 24 de mayo de 2015

Santiago Abarca Lugo
Enya Gonzalez Ultreras
Alondra Guadalupe Gomez
Andrea Daniela Lopez Lara
Christian Daniel Gonzalez Garcia
Jose Israel franco Francisco del Angel
Hector Alejandro Cervera Escobar
Isaac Velazquez
Jose Manuel Flores GomezEL DIOSERO
Francisco Rojas González















ÍNDICE



LA TONA ......................................................................................................6
LOS NOVIOS..............................................................................................13
LAS VACAS DE QUIVIQUINTA..............................................................19
HÍCULI HUALULA....................................................................................26
EL CENZONTLE Y LA VEREDA.............................................................35
LA PARÁBOLA DEL JOVENTUERTO...................................................41
LA VENGANZA DE ―CARLOS MANGO‖ ..............................................46
NUESTRA SEÑORA DE NEQUETEJÉ ....................................................54
LA CABRA EN DOS PATAS.....................................................................61
EL DIOSERO ..............................................................................................69
LOS DIEZ RESPONSOS............................................................................78
LA PLAZA DE XOXOCOTLA ..................................................................84
LA TRISTE HISTORIA DEL PASCOLA CENOBIO ...............................89


































LA TONA











EL DIOSEROFrancisco Rojas González

Crisanta descendió por la vereda que culebreaba entre los peñascos de la loma clavada entre la aldehuela y el río, de aquel río bronco al que tributaban los torrentes que, abriéndose paso entre jarales y yerbajos, se precipitaban arrastrando tras sí costras de roble hurtadas al monte. Tendido en la hondonada, Tapijulapa, el pueblo de indios pastores. Las torrecitas de lacapilla, patinadas de fervores y lamosas de años, perforaban la nube aprisionada entre los brazos de la cruz de hierro.

Crisanta, india joven, casi niña, bajaba por el sendero; el aire de la media tarde calosfriaba su cuerpo encorvado al peso de un tercio de leña; la cabeza gacha y sobre la frente un manojo de cabellos empapados de sudor. Sus pies — garras a ratos, pezuñas por momentos— resbalabansobre las lajas, se hundían en los líquenes o se asentaban como extremidades de plantígrado en las planadas del senderillo… Los muslos de la hembra, negros y macizos, asomaban por entre los harapos de la enagua de algodón, que alzaba por delante hasta arriba de las rodillas, porque el vientre estaba urgido de preñez… la marcha se hacía más penosa a cada paso; la muchacha deteníase por instantes atomar alientos; mas luego, sin levantar la cara, reanudaba el camino con ímpetus de bestia que embistiera al fantasma del aire.

Pero hubo un momento en que las piernas se negaron al impulso, vacilaron. Crisanta alzó por primera vez la cabeza e hizo vagar sus ojos en la extensión. En el rostro de la mujercita zoque cayó un velo de angustia; sus labios temblaron y las aletas de su nariz latieron, talsi olfatearan. Con pasos inseguros la india buscó las riberas; diríase llevada entonces por un instinto, mejor que impulsada por un pensamiento. El río estaba cerca, a no más de veinte pasos de la vereda. Cuando estuvo en las márgenes, desató el ―mecapal‖ anudado en su frente y con apremios depositó en el suelo el fardo de leña; luego, como lo hacen todas las zoques, todas:
la abuela, la...
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