El discurso del Cacique Seattle

A. Síntesis del mensaje principal de las dos versiones del discurso del Cacique Seattle
Discurso del Cacique Seattle
1. Versión que Henry A. Smith escucho en 1854 y que público mucho tiempo después:
El Jefe Seattle – Un caballero por instinto
Henry A. Smith
Seattle Sunday Star, octubre 29 de 1887
10mo. Artículo de la serie Primeras Reminiscencias
El viejo jefe Seattle era el indiomás grande que haya visto, y con mucho el de mayor garbo y adecuadamente proporcionado. Con diferentes humores que pasaban por la gran alma que miraba a través de ellos. En las grandes ocasiones se comportaba entre las multitudes como una Titán entre enanos, y la más ligera de sus palabras era ley.
Su magnífico comportamiento era tan noble como el jefe militar mas cultivado que dirigiera lasfuerzas de un continente. Su elocuencia, dignidad, tolerancia eran propias de su hombría.
Su influencia era maravillosa. Podía haber sido un emperador pero todos sus instintos eran democráticos, y gobernó a sus leales súbditos con amabilidad y paternal benevolencia.
Cuando el gobernador Stevens llego a Seattle dijo a los naturales acerca de su designación como comisionado para los asuntos indios enel territorio de Washington. El resto de la masa, angustiada, triste…
El Dr. Maynar fue quien presenta al gobernador a la multitud nativa.
El jefe Seattle. Poniendo una mano sobre la cabeza del gobernador y señalando lentamente hacia el cielo con el dedo índice de la otra, comenzó su memorable alocución en un tono solemne e impresionante:
“(..) Hoy está despejado, mañana podría estarcubierto de nubes. Mis palabras son como las estrellas que nunca se ponen. Washington, en él se puede confiar, con tanta certeza como nuestros hermanos pueden confiar en el regreso de las estaciones.
El jefe blanco tiene muchas de sus gentes, mientras que los míos son pocos.
Desea comprar nuestras tierras pero está dispuesto a permitir que reservemos lo suficiente para vivir confortablemente. Laoferta puede ser también sabia, ya que nosotros ya no necesitamos una gran nación.
Hubo un tiempo en el que nuestra gente ocupaba toda la tierra.
Pero esa época ha pasado hace tiempo. No estaré de luto por nuestra decadencia final y no culparé a mis hermanos pues nosotros también tenemos algo de culpa.
Cuando nuestros hombres jóvenes crecen enojados por un cierto mal, se desfiguran las caras ysus corazones, se vuelven negros y después su crueldad es implacable y no conoce límite alguno, y nuestros hombres viejos no pueden frenarlos.
Pero esperemos que las hostilidades entre el hombre rojo y sus hermanos no vuelvan nunca. Tendríamos todo que perder y nada que ganar.
Es verdad que esa venganza, con nuestros jóvenes bravos, se considera un triunfo, incluso a costa de sus propiasvidas. Pero los viejos hombres, conocen esto bien.
Nuestro gran padre Washington, es una gran jefe entre su gente; si hacemos lo que nos pide, nos protegerá. Entonces él será nuestro padre y nosotros sus hijos.
¿Pero puede esto durar para siempre? Su Dios ama a su pueblo y odia al mío; él extiende sus brazos fuertes cariñosamente alrededor del hombre blanco, pero él ha abandonado a sus niños rojos;él hace que su gente se vuelva más fuerte cada día, mientras que mi gente esta menguando. El Dios del hombre blanco no puede amar a sus niños rojos o los protegería. No encuentran ayuda en ninguna parte. ¿Cómo, entonces, podemos convertirnos en hermanos? ¿Cómo puede su padre volverse nuestro padre, traernos prosperidad y despertar en nosotros sueños de regreso a la grandeza?
Su Dios nos pareceparcial. Se le presento al hombre blanco. Nosotros nunca lo vimos ni oímos su voz. Le dio al hombre blanco leyes, pero no tenía ninguna palaba para sus niños rojos. No, somos dos razas distintas y debemos permanecer así. Tenemos poco en común.
Su religión fue escrita sobre tablas de piedra por el dedo de hierro de un dios enojado, para que nunca lo olvidaran. El hombre rojo nunca podría...