El discurso secundario, por juan a. hernández les

Tiene razón Steiner cuando habla de que en el mundo actual estamos rodeados de ecos y de palabras que inundan el ambiente igual que en una habitación cerrada el humo puede llegar a distorsionar el aire que se respira. Los medios, los periódicos, las radios, la televisión y ahora internet hablan de libros y de películas, y de obras artísticas, que nunca se leerán ni se escucharán ni se verán.Vivimos pues en un mundo en donde lo secundario y lo parasitario lo inundan todo.

Siempre sostengo que el número de páginas de un periódico debería corresponderse con el número de noticias que el mundo hubiera originado el día anterior y, solo, por su importancia esencial. De esta manera habría días en que los periódicos no pasaría de cuatro páginas y una televisión normalizada no emitiría másallá de una o dos horas. Esto es lo que llama Steiner el discurso secundario. Vivimos prietos en el discurso secundario, que suele ser el discurso de los otros, el discurso impuesto desde la adversidad circunstancial. No hace mucho una persona quiso discutir conmigo públicamente sobre la idea de Dios, y no le dejé. No dejé que las palabras banales, los tópicos inútiles pudieran hacernos correr elpeligro de la impía superficialidad, porque como diría Steiner no hay reflexión ni creencia plausible que garantice Su presencia. Algunos amigos no entendieron mi huida del debate, que decían que había empezado a ponerse interesante. Yo tendría que haber hablado de Su presencia real, de su posibilidad necesaria, ya que todo aspira a su trascendencia. Si existe una gramática de Dios es porque existe laapuesta en favor de Dios, pero esto me pareció tan difícil expresarlo en medio de un ambiente en el que lo reputado era un cineasta como Haneke que lo di por perdido. Mis palabras, mis imágenes, no se parecían a las palabras ni a las imágenes que el mundo, en general, ha acabado por imponer.

Un periodista muy conocido protestaba estos días por la dramática evolución de la prensa hacia la nada,sin percatarse de que él, con su poder omnímodo y su discurso secundario, es uno de los responsables máximos de esta dejación, este despilfarro, y esta anomia. Sólo en el campo de la mal llamada producción científica de las Universidades se registran unas treinta mil tesis doctorales por año. En una biblioteca como a la que yo acudo todas las semanas hay que almacenar entre tres y cuatro milpublicaciones al año, pero el genio de la época como dice Steiner es el periodismo. Es curiosa la mala percepción que tiene la gente del periodismo, al que creen como la profesión actual más excelente. Si la gente entrara hoy en una redacción periodística no se encontraría con la ampulosa, acristalada y apoteósica redacción del Washington Post que nos mostrara el cine, sino con una oscura sala deredactores en silencio que parecen los mismos oficinistas en fila que vemos en El proceso como pollos sin cabeza.

El periodismo lo llena todo, es el discurso secundario, cubre todas las grietas como cemento unificador del que hablara Umberto Eco. El compromiso sentimental de un jugador de fama con una periodista de moda es la metáfora mala y derrochadora de nuestro tiempo. Me dicen incluso que eseenlace fue debido a una apuesta creada en el vestuario. No puedo imaginarme a esos futbolistas jugándose una mujer como si todavía aquí viviéramos en plena época Tokugawa. Para el periodismo, estoy de acuerdo, todas las cosas tendrían la misma importancia. Zapatero, la roja, Merkel, el kabuki de Almodóvar y el teatro nôh de los Bardem. ¿Se salda todo esto al día siguiente? Quizá sí, pero no tantoel magma que dejan. La vocación periodística de la sociedad es absoluta. Yo ya lo vi hace años en El discurso del pudor, pero nadie me hizo caso, y otros lo vieron también. Las posibilidades de hacerse notar son grandes, pues hay mucho papel y son muchas las pantallas, los móviles y las llamadas redes sociales. No hace mucho me metieron en una, y además con el mérito de que yo era la razón, y...