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olítico estará interesado en el control eclesial. Siempre, en Occidente se vive en un transfondo de fricciones, cuando no conflictos, entre el emperador y el papado, el Estado y la Iglesia, algo queno sucede en las iglesias autocéfalas ortodoxas, que por su ámbito territorial y también por la tradición cultural bizantina resultan más fácilmente influenciables, y por descontado en el mundoprotestante y anglicano en su nacimiento y a lo largo de muchos siglos, prácticamente hasta entrada la época contemporánea. Aquella pugna da lugar a, en apariencia, incompresibles paradojas, como la tomamilitar de Roma por las tropas del muy cristiano Emperador Carlos V, que fue un verdadero y absoluto defensor de la cristiandad.



En realidad, la función unitaria del cristianismo no sedesarrolla desde el poder político, aunque en distintas ocasiones lo aprovecha, sino al generar una cultura propia que se transforma, con su expansión, en socialmente hegemónica y demográficamente mayoritaria.Su condición de eficaz forja de la unidad europea está en la base de su fuerza. Una unidad que sólo empezará a romperse en su geología profunda a partir de la Reforma.



La separación entreIglesia y Estado hace posible un dinamismo interno, un continuado diálogo, en ocasiones duro cuando no violento entre el poder secular y la institución religiosa que, en el caso católico, se mantienesiempre en la figura del papado diferenciada del príncipe, algo que no se da en los países protestantes en los que la religión se convierte en una confesión de Estado. Esta fue la situación de los paísesnórdicos hasta muy entrado el siglo XX, y es el caso del Reino Unido con la Iglesia Anglicana, donde formalmente el monarca es a la vez cabeza de la institución religiosa y de la estatal; lossacerdotes de esta confesión son funcionarios, una condición común a los países del norte de Europa.



Es interesante concretar el momento en que la diferencia entre Iglesia y Estado se formaliza y...