El dolor de echar de menos.

Un cambio tan brusco y rápido no puede ser bueno.
Al principio lo tienes asumido, lo preparas con tiempo y deseas que llegue la mañana siguiente para partir hacia el buen verano.Pero el final es distinto. No quieres que llegue jamás ese día; pero llega. Entonces no tienes tiempo para hacer las cosas bien. Haces las maletas el último día en menos de media horametiendo todo a mogollón para que te dé tiempo a salir por última vez, y así tampoco perder ni un solo minuto los días anteriores. Pero cuanto más deprisa, más despacio. Te agobias. Ya nopuedes pararte a pensar qué te falta porque te vas en menos de dos horas; no encuentras las cosas y ten por seguro que algo se te va a olvidar.
Solo deseas acabar de guardar tus cosasy que suene el timbre, para despejarte un poco y pasar los últimos instantes con ellos.
Cuando ya estás fuera, el tiempo se pasa volando y la hora de despedirse se acerca. Tocallorar. Vas abrazando una a una a las personas con las que has pasado ese mes, inolvidable como cada año. Aunque no estén todos, aunque de otros te hayas despedido antes o ni siquiera lohayas hecho, sabes que son los mejores. Porque no solo es un mes en tu pueblo, es tu verano, y sabes que les vas a echar de menos.
Echas de menos a las personas que te han acompañado,sobre todo. Pero hay detalles que solo se perciben una vez que ya no estás allí.
Echas de menos salir a todas horas del día y solo pisar en casa para dormir y comer. Echas de menos tucasa, tu cama más grande y ruidosa, tu habitación; subir y bajar corriendo las escaleras... Echas de menos el vaso de leche que te prepara tu abuela al volver a casa de noche, el olorespecial de las galletas, y el pan. Echas de menos montar en bici. Echas de menos las fiestas y la peña. Y no puedes evitar llorar, aunque sabes que el año que viene todo volverá a suceder.