El emo y sus arrugadas delicias

EL EMO Y SUS ARRUGADAS DELICIAS

El crepúsculo, ensalivaba los recuerdos de naufragio de mi alma, en ese océano de sensaciones y pasión. El sol penetrando los colores rojos de la misticidad del mar, eran suficientes para desbordar mi tranquilidad; y en aquel trabajo como camarera, escogía un cuerpo enorme como victima de mis desmanes y a la hora de la cena entraba en sus recamaras ofreciendomis suculentas piernas y senos sin gravedad como platillo de entrada, sin recargo extra en sus cuentas, y para la frágil mentalidad del hombre y débil fidelidad, era una oferta donde mi exorbitante belleza marchitaba de inmediato su poca moralidad. Me tire en caída libre a lo que se me vino en gana, abriendo mis enormes alas, que con el fuego de mi libertinaje sucumbieron a humo y cenizaspereciendo en el precipicio. Me enamoraba tanto la luna, que a la edad de la menopausia nunca se alejo de mí su periodo y el tiempo no curo mi insaciabilidad, solo maduro mi belleza hasta echarla a perder. Luego de la presuntuosa inmortalidad a la cual me matricule de joven, con un cuerpo en estado de libertad y un confuso espíritu ingenuo a los achaques del extenso recorrido, termine por ser partede las grietas de una antigua casa de fachada y contenido; compartiendo con los moribundos y desahuciados del afecto y el paso, abandonada a mi no suerte y a las estupideces del fracaso de mis cofrades de espera. “Los años no llegan solos” ahora con setenta y tres tengo la conciencia de aquella frase; están llenos de soledad y recuerdos. Pero con cada roció de mañana nace un nuevo vapor y de esamisma manera llegó él, con su pelo cubriendo sus ojos de sombra y piel de nieve que se derrite anunciando el frio de sus tinieblas, de colorido enlutado en el vestir y sigiloso sufrimiento, me sentí identificada con su joven desesperanza. En mi rustica vivienda presto su servicio social, según él, motivaba sus deseos de represión y yo era parte de ello. Se hizo cargo de mí cada sábado en la mañana,me contaba sus tristezas, la razón de sus penurias y la moderna ideología con la cual se identificaba. con un jabón en su mano derecha y en la izquierda una cubeta con agua tibia, me daba un delicioso baño de mi incontinencia y sus lagrimas, acicalando mi descuidada piel, desempolvando mis noches de altamar, enterneciéndose con cada palabra mía que se remojaba en su llanto como pan viejo enleche de lactante. Me acostumbre a sus matutinos y constantes fines de semana, envolviéndome en un calor frio, desesperante por su razón impredecible, pero tan inquietante como la furia de la tierra clamando la piedad de la humanidad. Él también sintió una fuerte atracción con mis historias, tristeza y nostalgia. Abriendo paso al juego del complemento, nuestros sentimientos coagularon en la mismaletrina social, suscitando el fuego de mis recuerdos de atardecer, sintiendo la viva muerte que amalgamaba nuestras opciones y razones. Nos bastaron tres meses para el anuncio de nuestra fortuita y anhelada noche. Ese sábado, después de su servicio, esperamos el silencio y el descuido; sentía los retumbos de su inseguro corazón bajo mi cama, mientras se desenvolvía la penumbra. Fue tan larga laespera que percibí el despojo de cada ola que engrano la velocidad de los barcos que pernoctaron mi memoria. Finalmente arribamos a un puerto microscópico de dos por dos, era la media noche y llegó la hora de nuestro último primer encuentro, la partida hacia un nuevo mundo donde jamás volveríamos a ser exilio de nuestra condición. Con una delicadeza estremecedora recordamos ese paso antes delbaño. Retiró de mí las superfluas capas de algodón que bordeaban mi sensibilidad, me alzo y tendió en nuestro lecho, con tal ternura que floreció nuevamente mi virginidad, sentí un proceso de reversión de lo marchito. Él me mostro su fragilidad y vi como la palidez de su rostro dominaba todo su cuerpo. Abrió su maleta y el aroma a baúl viejo que se mantenía constante en el lugar, se dejo colonizar...