el ensayo
como recién salidas de unnaufragio de sangre.I
Donde habite el olvido, En los vastos jardines sin aurora; Donde yo sólo sea Memoria de una piedra sepultada entre ortigas Sobre la cual el viento escapa a susinsomnios.
Donde mi nombre deje Al cuerpo que designa en brazos de los siglos, Donde el deseo no exista.
En esa gran región donde el amor, ángel terrible,
No esconda como acero Enmi pecho su ala, Sonriendo lleno de gracia aérea mientras crece el tormento.
Allí donde termine este afán que exige un dueño a imagen [suya, Sometiendo a otra vida su vida, Sinmás horizonte que otros ojos frente a frente
Donde penas y dichas no sean más que nombres, Cielo y tierra nativos en torno de un recuerdo; Donde al fin quede libre sin saberlo yo mismo,Disuelto en niebla, ausencia, Ausencia leve como carne de niño.
Allá, allá lejos; Donde habite el olvido.
La aurora
La aurora de Nueva York tienecuatro columnas de cienoy unhuracán de negras palomasque chapotean las aguas podridas.
La aurora de Nueva York gimepor las inmensas escalerasbuscando entre las aristasnardos de angustia dibujada.Para vivir noquiero…
Para vivir no quiero islas, palacios, torres. ¡Qué alegría más alta: vivir en los pronombres!
Quítate ya los trajes, las señas, los retratos;
yo no te quiero así,disfrazada de otra, hija siempre de algo. Te quiero pura, libre, irreductible: tú. Sé que cuando te llame entre todas las gentes del mundo, sólo tú serás tú. Y cuando me preguntes
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