el ensayo
Esta ponencia es sobre el silencio. Sobre diferentes formas de silencio forzado, de
acallamiento. El silencio que sigue el espectáculo luminoso de las bombas, el silencio de
los que están atrapados entre diferentes ejércitos, el silencio de los desplazados por la
guerra, el silencio a que son obligados los pueblos y personas quese desvían de la norma
impuesta. El silencio de los ángeles caídos. Pero también sobre otro tipo de silencios –
aquellos que se derivan de las tácticas de los débiles cuando comienza a surgir la palabra.
El pequeño silencio que permite la escucha y la voz del otro. El silencio que se vuelve
pasua entre dos notas, que altera el ruido en sonido. El silencio que le da campo al duelo,
que permiteque la derrota se movilice a un nuevo lugar. El silencio de las pequeñas
cosas. Y están también lo silencios camuflados – aquellos que esconden sus verdaderos
propósitos bajo la fachada de otras palabras. Que dejan vacía la retórica, la prosa esencial
para la política, la poesía, el diálogo.
Hace dos días, me senté a releer la ponencia que había escrito para este evento.
La ponencia tomaba yaún toma, fragmentos de un trabajo más amplio sobre la relación
entre política cultural y conflicto armado en Colombia.
Ante la fuerza de los
acontecimientos recientes, tanto el título Artes, cultura, violencia: Entre el desarrollo las
políticas de supervivencia como muchas de las frases, parecían caer en un vacío absurdo.
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Como si el acontecimiento histórico que ha dejadosuspendidas, interrumpidas las
palabras como mecanismo de negociación y las ha reemplazado por el uso ilegal de la
fuerza, lo permeara todo. Pero por otro lado, otras dimensiones adquirieron relevancia.
En particular, dos aspectos en los cuales quiero recentrar mi ponencia. El primero, es que
los relatos sobre experiencias de política cultural en medio de zonas de conflicto armado
que señalansituaciones de violencia, adquirieron un tono diferente. Esos relatos nos
hablan, precisamente de la relación entre acallamiento - es decir, entre silencios forzados
– y la posibilidad de nombrar, de restaurar la escucha aunque sea breve y frágilmente,
como táctica para reescribir los pactos con la muerte y por tanto el lugar de la vida. Por
otro lado, en Colombia múltiples dimensiones del conflictoarmado – las intervenciones
internacionales
que autoriza el Plan Colombia, la manera como se desarrollan las
masacres de los paramilitares o como opera un secuestro de la guerrilla, aparecen bajo un
signo de mimesis que las enmascara y las hace posible. Todos los horrores aparecen
justificados o banalizados porque se presentan bajo signos que los camuflan o los
confunden. Es esteprecisamente uno de los signos de transformación de la violencia en
barbarie.
De alguna manera, los acontecimientos recientes han sido importantes
precisamente porque la farsa quedó un poco más al descubierto. No sólo tenemos una
guerra ilegal. También se ha despedazado un pequeño sector del camuflaje. Estamos
conscientes de la gravedad de la situación no sólo porque hay una guerra sino porquehemos podido vislumbrar que no hay nada que contenga esta y posiblemente otras
guerras por venir.
Y esto nos coloca no sólo políticamente sino también
representacionalmente en un nuevo lugar del orden de lo visible y lo invisible, lo
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nombrado y lo acallado. El marco que compone esta ponencia ha dejado de ser las
paradojas de la cultura y el desarrollo en contextos de violenciaexacerbada y ha pasado a
ser más bien los claroscuros de lo visible y lo invisible, los crescendos y diminuendos de
lo acallado y lo audible. Comienzo entonces con los relatos de algunas experiencias de
política cultural en el contexto del conflicto armado colombiano, proveyendo un breve
marco explicativo al relato.
CREA: Una Expedición por la Cultura Colombiana
Entre 1992 y 1998, Colcultura...
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