El escavo
De: Francisco J. Á ng el Real “El que sacrifica la libertad por la seguridad, n o m erece n i libertad, n i seguridad”
El Esclavo
Francisco J. Á ng el Real
UNO Cuando recuperé el sent ido, me di cuent a de inmediat o que alg o andaba muy mal. Una luz frent e a mi h ería mi oj os sin que fuera yo capaz desiquiera parpadear. Int ent é desviar la mirada, int ent é mover los braz os para t apar mi rost ro con las manos sin log rarlo. Mi cuerpo ent ero est aba t ot alment e paraliz ado y era recorrido por dolor y frío como j amás lo h abía sent ido. Int ent é t ambié n g rit ar y pedir ayuda pero t odo fue inút il, alg o ent raba por mi boca y quemaba mi g arg ant a a la vez que un h orrible ruidolast imaba mis oídos. P asaron varias h oras en las que lo único que ocupaba mi ment e era una t errible desesperació n. De la desesperació n pasé al t error cuando alg unos pensamient os log raron filt rarse a t ravé s del dolor a mi ment e... -¿dó nde est oy? -¿qué est á pasando? -¡Est oy muert o! La mez cla de dolor, t error y est os pensamient os, ocasionaron que perdiera el sent ido. G raciasa Dios porque ya no soport aba más. No se si pasaron h oras o días para que volviera en mi. Seg uía inmó vil, con los oj os complet ament e abiert os. El dolor h abía disminuido un poco, la luz frent e a mí, seg aba mis oj os pero era soport able, ah ora fui capaz de darme cuent a de que el t errible ruido era una especie de respiració n forz ada, profunda y fuert e... no era mi respiració n, deeso est aba seg uro. La disminució n del t orment o físico abrió la puert a a ot ro t ipo de sufrimient o: La confusió n en mi ment e y la urg ent e necesidad de respuest as. -¿est oy realment e muert o? -¿de quié n es la respiració n que escuch o? -¿qué es est o que sient o en mi boca que raspa mi g arg ant a? P oco a poco fui recuperando recuerdos de que lo que pensaba era el día ant erior; lafiest a, los t rag os, la discusió n con Laura y la insist encia de Eduardo para que probara esa est úpida drog a que le result aba fascinant e. – Mi amor ya dej a de t omar por favor... ¿qué no ves que t e est ás mat ando? me g rit aba Laura. -¿Es eso lo que quieres? -No quiero mat arme, lo que quiero es escapar. -¿escapar de qué ? Est ás loco. -Si, est oy loco y t ú no me ent iendes...nadie meent iende... Llevé a mi boca el par de past illas az ules que acept é de Eduardo. Eso es lo últ imo que recuerdo. -¡Ay Dios mío! P or fin lo log ré , acabé con mi vida. ¡No puede ser!... ¿qué me pasa? ¿P or qué no puedo moverme? ¿P or qué no puedo cerrar los oj os? -Est e imbé cil me envenenó -pensaba-. Est oy en el infierno pag ando por t odo lo que h ice...Es much o peor de lo que imag inaba.Y o no creía en la vida despué s de a muert e pero en ese moment o no encont raba ot ra respuest a. -¡No Dios, perdó name por favor!... Dame ot ra oport unidad... El sonido de una puert a que se abría int errumpió mis pensamient os, dist ing uí ent onces, una voz femenina: -¡P ero qué ruido h ace est a mierda! -coment ó . -Es el único que t enemos, ya sabes có mo est án las cosas aquí- le content ó un h ombre. -¿có mo es posible que t eng amos solo un aparat o de respiració n art ificial? - P ues así es, y h ay que h acer lo mej or que podemos con lo que t enemos. -Y a é st e, ¿qué le paso? -¿É st e?... Est e ya se j odió . Dest ápalo para que lo veas. Sent í como ret iraban de mi rost ro una sabana y pude ver a una muj er vist iendo una bat a blanca con una expresió n ent re asombro yt emor. -¡Est a despiert o!-g rit ó . El h ombre j unt o a ella si inclinó a verme. -Q ue va, así lo t raj eron, cuando lleg ó a urg encias dij eron que h abía t enido un accident e, est aba t ot alment e int oxicado pero aún conscient e, repet ía una y ot ra vez : “Laura, Laura, perdó name.” Despué s cayó en coma y en una especie de Rig or mort is, no pudieron cerrarle los oj os.
El Esclavo...
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