El estado benefactor
El autor parte de una hipótesis que dice: “El desmesurado crecimiento del Estado es percibido por una amplísima corriente de pensamiento social, económico y político como una importante restricción a la esfera de la libertad personal y, por ende, como amenaza a las instituciones de la sociedad libre”.
El autor no sólo propone un marco conceptual claropara encuadrar las actividades estatales en el ámbito que les corresponde sino que también desarrolla interesantes reflexiones sobre el debilitamiento de las energías que a nivel individual y social comporta la institucionalización del estatismo.
Lo que amenaza desde adentro la estructura de nuestra economía y de nuestra sociedad es otra cosa: las enfermedades crónicas que se extienden ensecreto y por ello son tanto más malignas. Se destacan dos: el avance al parecer incontenible del Estado de beneficencia o Benefactor y la erosión del valor del dinero, lo que se denomina inflación reptante, existiendo un vínculo común entre ambos. Los dos convierten al Estado y al voto en medios para hacer que una parte de la comunidad avance, a expensas de las otras, hacia donde la mayoría delelectorado empuja por la fuerza de su solo peso.
Límites y Peligros del Estado Benefactor
Nuestra preocupación es, pues, no sólo la de condenar el Estado Benefactor como tal sino la de determinar sus límites y peligros. Son los límites y peligros del Estado Benefactor, y no sus ventajas cada vez más dudosas, los que exigen nuestra atención crítica.
La paradoja está en que hoy en día el modernoEstado Benefactor lleva al exceso el sistema de ayuda masiva organizada por el Estado precisamente en un momento en que los países económicamente avanzados han salido en gran medida de aquel período de transición y en que, por tanto, las potencialidades de autoayuda voluntaria, por parte del individuo o del grupo, están muy acentuadas.
En la medida, pues, en que los países avanzados han salido deesta fase y pueden contar con un grado normal de previsión individual, el principio del Estado Benefactor ha perdido su razón de ser. Cuesta comprender por qué el Estado Benefactor crece con tal exuberancia precisamente ahora que ha perdido tanto de su carácter urgente.
Se suele mirar como progreso lo que seguramente deriva su origen y significado de las condiciones de un período de transición,casi terminado, en el desarrollo económico y social. Y se olvida que, al contrario, si hemos de tomar en serio el respeto por la persona humana, debemos medir el progreso por el grado en que se puede pretender que las grandes masas del pueblo se mantengan con sus propios recursos y bajo su propia responsabilidad, mediante el ahorro y el seguro, y las múltiples formas de ayuda voluntaria de grupo.¿Acaso no es progreso, por el contrario, si las grandes masas del pueblo cumplen la mayoría de edad en términos económicos, gracias a sus ingresos crecientes, y se hacen responsables de ellas mismas, de manera que podamos disminuir el Estado Benefactor en lugar de inflarlo más y más?
El Estado Benefactor de hoy no es simplemente una versión mejorada de las antiguas instituciones de segurosocial y asistencia pública. En un número cada vez mayor de países se ha convertido en herramienta de revolución social en procura de la mayor igualdad posible de ingresos y de riqueza. El motivo dominante ya no es la compasión sino la envidia.
No puede haber un fin previsible a este estado de cosas, mientras no se reconozca la adocenada filosofía subyacente del moderno Estado Benefactor y se larechace como uno de los grandes errores de nuestro tiempo.
Las malas consecuencias, cada día más evidentes, del Estado Benefactor, entre ellas la inflación crónica, deberían ayudar a hacernos recapacitar.
Procuremos ahora estimar la importancia que tiene el Estado Benefactor en la civilización, sociedad, economía y vida pública modernas. Como es natural, sólo podemos destacar algunos aspectos...
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