El estado supuesto saber

El estado supuesto saber

(…) El terror alentado o ejecutado por el gobierno peronista no se realizaba en nombre del estado. Para la ciudadanía no involucrada directamente en la lucha política, la imagen no era la de un estado al que se le temía. Al contrario, lo que había era más bien un temor originado en la deserción estatal respecto de su rol de agente monopolizador de la violencia. Eneste contexto, el arribo de las fuerzas armadas al poder fue recibido por amplios sectores de la población, y por casi toda la prensa, como una promesa cierta de restauración del orden y de recuperación del monopolio de la violencia.
El comportamiento de la sociedad argentina en general, y de las clases medias en particular, durante la última dictadura militar ha tendido a resumirse en las máximasexcusatorias “algo habrá hecho” y “por algo será”, a menudo leídas o bien como indicadores de complicidad con las prácticas represivas, o bien como una predisposición a ignorar lo que sucedía. (…) Propongo en cambio, abordarlas como síntomas de la existencia de una superstición civil: la creencia en algo de lo que no se tiene pruebas, o incluso hasta puede tenerse pruebas en contrario, pero cuyarazón de ser no está dada por la verdad (de la que, sin embargo, a menos tiene una parte). Esa creencia no constituye un mero elemento interior, subjetivo, sino que se materializa en la actividad social efectiva, sostiene la fantasía que regula la realidad social. Toda sociedad se basa en alguna clase de creencia.
(…) Michael Taussig ha llamado nuestra atención sobre lo que denomina “elfetichismo del estado”, la sagrada y erótica atracción, una combinación de fascinación y disgusto, que el estado provoca en sus súbditos. El estado aparece a los ciudadanos no solo como la encarnación de la razón, en clave hegeliana, sino también como si fuera una unidad orgánica, coherentemente interrelacionada, una mónada que sería mucho más que la suma de sus partes. En realidad, lo que existe en elmundo fenomenológico, señala Taussig siguiendo a Radcliffe Brown, es el poder de individuos: reyes, primeros ministros, magistrados, policías, jefes partidarios y votantes. Pero una cosa es lo que el poder es y otra, a menudo diferente, cómo es percibido. Al ver un policía siempre se “ve” algo más que un policía (se lo percibe como un eslabón de una cadena, como la representación de algo que no estáahí pero que empodera al policía y, en ese sentido, sí está ahí). Si solo se viera en él lo que realmente es –una persona vestida con un uniforme, muñida de unos instrumentos para ejercer violencia-, se desmoronaría la noción de que una entidad poderosa y supra individual cuida de nosotros o nos vigila.
El estado, para Taussig, es una ficción que condiciona prácticas. Su carácter de feticheradica en su ser máscara; impide ver lo que efectivamente vemos (unos hombres uniformados, un recaudador de impuestos, una persona sellando un pasaporte) y permite y obliga a actuar como si él existiera. Al correr el velo y descubrir que detrás del telón estatal nada hay que ver, Taussig pone el énfasis en la existencia y la realidad del poder político de esa ficción. Si el estado es un fetiche, sinoexiste con “E” mayúscula sino en pequeñas dosis, en personajes concretos que solo idealmente se encuentran en armonía con el resto de los agentes estatales, los súbditos necesitan creer en su existencia real, en su saber sagrado como la única manera de no sentirse a la intemperie.
(…) el secreto oficial, el verdadero secreto de estado, es su inexistencia. El estado tal como lo imaginan susciudadanos, no existe. Pero difícilmente una sociedad podría garantizar su sociabilidad si fuera conciente de esa inexistencia. Los súbditos de un estado actúan como si él (y con él la razón de su fuerza) existiera. Allí radica el carácter fetichista: el estado aparenta ser una máscara que oculta una razón última pero es al revés, sus representantes son la máscara detrás de la cual se esconde, no un...