El estrés de ser médico
EL ESTRÉS DE DEDICARSE A LA MEDICINA
Dos días antes de infartarse el Doctor Ramiro Velandia encontró estupefacto que funcionarios la secretaría de salud se habían salido finalmente con la suya, en una demencial demostración de poder, y le habían puesto un sello de “sellado” en la puerta de su consultorio. Como en el peor de los burdeles,como en la carnicería más inmunda del pueblo más miserable, pensó y se imaginó a sí mismo como una desnutrida puta sifilítica ofreciendo sus baratos servicios llena de verrugas y chancros por todo su cuerpo. Cuarenta y tres años de historia y de historias había tenido ese consultorio que primero había estado en el centro, luego en la calle 49 y en los últimos 15 en el centro médico anexo a laprestigiosa Fundación Santa Cecilia en el norte de la cuidad. Como los tiempos habían cambiado desde los gloriosos años 50 cuando entre esas cuatro paredes escuchó y palpó los relatos más increíbles de lo más selecto de la sociedad bogotana hasta estos principios del siglo XXI, donde por presión de la moda, de los intereses de la secretaría de salud y de su hija Beatriz, los cómodos y elegantes mueblesde madera que es esa época eran modernos, dieron lugar a una estéril y pulcrísima amalgama de plásticos y materiales sintéticos que lo hacían sentir mucho más como un robot o un plástico cirujano plástico de Nip Tuck que como un ser humano que se sienta a hablar con otros seres humanos de sus sufrimientos. En ese nuevo ambiente rigurosamente estéril todo parecía invitarlo a correr y a lasuperficialidad. Con lo único que no había transigido en los seis allanamientos que le hizo la SS de secretaría de salud, en una auténtica carnicería y terror burocráticos, a la que solo le faltaron los perros antiexplosivos y que lo obligaron a contratar los costosos servicios de una firma especializada conformada por miembros y ex-miembros de la propia secretaría, era en retirar el venerado diploma demédico entregado por la universidad nacional a su padre en 1939 y que era una reliquia no solo de su historia personal, de la historia de su familia y de la historia de la medicina colombiana, sino también un sello de identidad, de probidad, de orgullo y de amor por su padre y por los principios éticos que él le había enseñado muchísimo antes que existiera la secretaría de salud y los pavorososrequisitos de habilitación. A pesar que era evidentísimo que ese diploma pertenecía a su padre, por el tipo de marco, por el texto, por el color y textura del pergamino, por las firmas y sellos, y por que además él se había encargado de anexarle en una esquina una vieja foto en colores sepia del Doctor Velandia padre de 1940, los de la secretaría arguyeron una y otra vez que estaba prohibido tener enlos consultorios diplomas de médicos muertos. Allanamiento tras allanamiento Ramiro se negó a quitar el símbolo de la tradición y el amor de la familia por una serie de valores en vía de extinción. Con dolor en el alma, había tranzado trasladarlo de la pared de la sala de entrevista tras el escritorio, donde lucía al lado derecho del de él, que a su vez estaba al lado derecho del de sus hijas enla oficina de entrevistas, a una pared lateral al lado de la biblioteca. No aceptaron. Lo cambió entonces hacia la contigua sala de examen donde ya le parecía que ya estaba bastante oculto. En el siguiente allanamiento tampoco aceptaron. Se hizo el bobo y lo pasó de la pared de enfrente dónde un paciente lo podría ver al levantarse de su examen físico, a una pared lateral donde lastimosamente paraRamiro nadie repararía a verlo. Nuevo allanamiento a los tres meses, nuevos rechazos entre gritos, amenazas y humillaciones. Como último recurso, lo pasó a la sala de espera y ahí fue cuando los de la secretaría sellaron la puerta, a un pulcrísimo y esterilizado consultorio, que, si se contaran los años en los que lo había tenido su padre, sumaban de más de 70 años de tradición e historia,...
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