El experimento
De buenas intenciones está hecho el camino que conduce al fracaso de las iniciativas sociales. Un camino recorrido con frecuencia por los misioneros sociales--aquellos políticos y activistas para quienes cada problema público tiene una solución que depende sólo de su voluntad y denuedo. Previsiblemente, a los misioneros socialesles incomodan las advertencias de los científicos sociales, su insistencia en la necesidad de moderar las expectativas, en la importancia de entender los incentivos y en la futilidad de muchas empresas humanas. Los misioneros sociales tienen fe y actúan en consecuencia.1 Pero el discurso escéptico de los científicos sociales, su prevención acerca de las metas (del milenio o del cuatrienio), susdudas sobre las recomendaciones globales, su insistencia en la necesidad de hacer cuentas, su cinismo ilustrado, todas estas cosas, en conjunto y por separado, son un contrapeso necesario al voluntarismo de los misioneros sociales. No sobra decir, sin embargo, que científicos y misioneros coinciden algunas veces en sus apreciaciones. En tal caso, los argumentos de unos refuerzan las prédicas deotros. Entonces, el afán reformista se multiplica--un evento habitual (y desafortunado) en la historia reciente del país. Este ensayo presenta unas cuantas advertencias sobre las dificultades de la política social y la inconveniencia de las formulas generales. Mucho de lo afirmado contradice no sólo las prédicas entusiastas de los misioneros, sino también los argumentos generales de los científicos.Más que enseñanzas, se presentan algunas herejías disconexas para reformistas convencidos o conversos. 1. Los beneficios a las mujeres cabeza de familia: algunas consecuencias inesperadas Las políticas sociales causan cambios de comportamiento, afectan los incentivos y pueden tener efectos inesperados, muchas veces contrarios al objetivo inicial. De tiempo atrás, los economistas han llamado laatención sobre los efectos perversos del estado de bienestar, el cual puede generar dependencia y apatía, disminuir los incentivos para acumular capital humano y desplazar a la familia de su papel fundamental. Algo similar ocurre con las políticas públicas que buscan favorecer un grupo racial o social específico. En Colombia, no existen programas de discriminación positiva pero existen normas que leotorgan un trato preferencial a las mujeres cabeza de familia. La Ley de 82 de 1993 prescribe que las mujeres cabeza de familia tendrán prerrogativas en la adjudicación de contratos públicos y que sus hijos tendrán prioridad en la asignación de cupos escolares. La fórmula de calificación para los beneficiarios potenciales de subsidios de vivienda otorga un puntaje mayor a las mujeres cabeza defamilia. Por disposición gubernamental, las mujeres cabeza de familia son inmunes a la reestructuración del Estado. Y por voluntad del Congreso, las mujeres cabeza de familia que no han servido sus deudas hipotecarias no pueden ser embargadas por las instituciones financieras. Aunque la buena intención de las normas reseñadas es incuestionable, su pertinencia es dudosa. Seguramente el acceso alcrédito hipotecario de muchas mujeres cabeza de familia se verá restringido como resultado de las buenas intenciones del legislador. Al mismo tiempo, las prerrogativas otorgadas a las mujeres cabeza de familia pueden haber contribuido a
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La distinción entre misioneros y científico es tomada de una presentación reciente de William Easterly: “Missionaries vs. scientists in economic development”.Véase http://www.econ.ucsd.edu/seminars/seven_ssrc.html.
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aumentar la tasa de divorcio. En los meses previos a la poda estatal, las mujeres que cambiaron su estado civil para conservar su empleo se convirtieron en lugar común en muchas oficinas públicas. Divorcios racionales diría un economista clásico. A un nivel más agregado, el Gráfico 1 muestra que el porcentaje de mujeres divorciadas o...
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