El extraño caso de Avools Wuthoqquan

Páginas: 13 (3093 palabras) Publicado: 22 de octubre de 2013
El extraño caso de Avoosl Wuthoqquan
Clark Ashton Smith
-¡Dame, dame, oh magnánimo y liberal señor de los pobres! -exclamó el mendigo.
Avoosl Wuthoqquan, el prestamista más rico y avaro de todo Commorión, y, en consecuencia, de todo Hyperbórea, fue sacado bruscamente de sus sueños por la voz aguda y quejumbrosa. Observó al pedigüeño con mirada airada y poco amistosa. Mientras caminabahacia su casa aquella noche, sus meditaciones estaban espléndidamente repletas de metales brillantes y preciosos, de monedas y lingotes, de objetos de oro y de plata, llameantes gemas ensartadas en ristras, ríos y cascadas de piedras preciosas, todo ello llenando los cofres de Avoosl Wuthoqquan. Ahora la visión se había desvanecido, y esta voz desagradable e intrusa le imploraba una limosna.
-Notengo nada para ti -su tono era parecido al de un portazo.
-Sólo dos pazoors, oh ser generoso, y te echaré la buenaventura.
Avoosl Wuthoqquan contempló por segunda vez al mendigo. Nunca había visto a un ser tan miserable de entre todos los mendigos que conocía de sus correrías por Commorión. El hombre era muy anciano, y su piel, de un marrón muy oscuro, apenas visible, estaba plagada de arrugasque más bien parecían el entrelazado de alguna araña gigante de la selva. Sus harapos no eran menos fabulosos, y la barba que le caía se mezclaba con los mismos, como si se tratase del musgo que cubre el tronco de un junípero.
-No necesito tus predicciones.
-Sólo un pazoor, pues.
-No.
Los ojos del mendigo adquirieron un destello perverso y malvado en sus hundidas cuencas, comparables a lascabezas de víboras venenosas.
-Entonces, oh Avoosl Wuthoqquan -silbó-, te diré la profecía gratis. Ten cuidado de tu rareza: el amor excesivo y desnaturalizado que sientes por todos los bienes materiales, y tu consabida avaricia, te llevarán a una búsqueda extraña, conduciéndote irremisiblemente a un destino, donde ni el sol ni las estrellas te podrán ayudar. La opulencia oculta de la tierra teadulará, haciéndote creer que eres fuerte, hasta que por último te devore la propia tierra.
-Márchate -dijo Avoosl Wuthoqquan-. La rareza no es más que un mínimo misterio expresado en sus primeras cláusulas: la última de éstas es algo más platónico. No necesito que ningún mendigo me explique cuál es el vulgar destino de la mortalidad.
Ocurrió muchas lunas después, en ese año que para loshistoriadores preglaciares era conocido como el año del Tigre Negro.
Estaba Avoosl Wuthoqquan sentado en una cámara de techo bajo en su casa, que constituía su habitual lugar de trabajo. La habitación aparecía con una planta oblicua, a causa de la breve luz dorada de la puesta del sol, cuyos rayos penetraban por una ventana acristalada, iluminando una línea serpenteante de chispas multicolores en lalámpara enjoyada que pendía de cadenas de cobre, y dando una vida luminosa a los tortuosos hilos de plata que brillaban en la penumbra. Avoosl Wuthoqquan, sentado en una sombra ambarina apartada de la luz, observaba con mirada austera e irónica al cliente, cuya faz morena y manto oscuro denotaban una gloria pasada.
El personaje era extranjero, y el usurero pensó que probablemente se tratase deun mercader llegado de reinos lejanos, o algún forastero de dudosa ocupación. Sus ojos alargados y oblicuos, de un verde opaco, su barba azulada y desaliñada, así como el corte de su triste vestidura, eran pruebas suficientes para atestiguar su identidad de extranjero.
-Trescientos djals es una suma fuerte -objetó pensativamente el prestamista-. Además, no lo conozco. ¿Qué seguridad me puedeofrecer?
El visitante sacó de su manto una bolsa pequeña de piel de tigre, y cerrada con un tendón; la abrió con destreza, y vació sobre la mesa de Avoosl Wuthoqquan dos esmeraldas sin tallar, de un tamaño considerable, y cuya pureza era tan perfecta como indiscutible. Del corazón de las piedras refulgía un fuego frío, como hielo verde, que se hacía más intenso cuando se unía a la luz del...
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