EL extraño caso de Mr. Hyde y Dr. Jekyll
(1886) el libro completo con todos sus capitulos version original y clasica.
El extraño caso del doctor Jekyll y mister Hyde
(1886)
HISTORIA DE LA PUERTA
El notario Utterson era un hombre de cara arrugada, jamás
iluminada por una sonrisa. De conversación escasa, fría y
empachada, retraído en sus sentimientos, era alto, flaco, gris,
serioy, sin embargo, de alguna forma, amable. En las comidas con los amigos, cuando el vino era de su gusto, sus ojos
traslucían algo eminentemente humano; algo, sin embargo, que
no llegaba nunca a traducirse en palabras, pero que tampoco
se quedaba en los mudos símbolos de la sobremesa, manifestándose sobre todo, a menudo y claramente, en los actos de su
vida.
Utterson era austero consigo mismo:bebía ginebra, cuando
estaba solo, para atemperar su tendencia a los buenos vinos,
y, aunque le gusta se el teatro, hacía veinte años que no pisaba uno. Sin embargo era de una probada tolerancia con los
demás, considerando a veces con estupor, casi con envidia, la
fuerte presión de los espíritus vitalistas que les llevaba a alejarse del recto camino. Por esto, en cualquier situación extrema,se inclinaba más a socorrer que a reprobar.
-Respeto la herejía de Caín -decía con agudeza-. Dejo que
mi hermano se vaya al diablo como crea más oportuno.
Por este talante, a menudo solía ser el último conocido
estimable, la última influencia saludable en la vida de los hombres encamina dos cuesta abajo; y en sus relaciones con éstos, mientras duraban las mismas, procuraba mostrarsemínimamente cambiado.
Es verdad que, para un hombre como Utterson, poco expresivo en el mejor sentido; no debía ser difícil comportarse de
esta manera.
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Para él, la amistad parecía basarse en un sentido de genérica, benévola disponibilidad. Pero es de personas modestas
aceptar sin más, de manos de la casualidad, la búsqueda de
las propias amistades; y éste era el caso de Utterson.
Sus amigoseran conocidos desde hacía mucho o personas de su familia; su afecto crecía con el tiempo, como la hiedra, y no requería idoneidad de su objeto.
La amistad que lo unía a Nichard Enfield, el conocido hombre de mundo, era sin duda de este tipo, ya que Enfield era
pariente lejano suyo; resultaba para muchos un misterio saber
qué veían aquellos dos uno en el otro o qué intereses podían
tener encomún. Según decían los que los encontraban en sus
paseos dominicales, no intercambiaban ni una palabra, aparecían particularmente deprimidos y saludaban con visible alivio
la llegada de un amigo. A pesar de todo, ambos apreciaban
muchísimo estas salidas, las consideraban el mejor regalo de
la semana, y, para no renunciar a las mismas, no sólo dejaban
cualquier otro motivo de distracción, sino queincluso los compromisos más serios.
Sucedió que sus pasos los condujeron durante uno de
estos vagabundeos, a una calle de un barrio muy poblado de
Londres. Era una calle estrecha y, los domingos, lo que se dice
tranquila, pero animada por comercios y tráfico durante la semana. Sus habitantes ganaban bastante, por lo que parecía, y,
rivalizando con la esperanza de que les fuera mejor,dedicaban
sus excedentes al adorno, coqueta muestra de prosperidad: los
comercios de las dos aceras tenían aire de invitación, como
una doble fila de sonrientes vendedores. Por lo que incluso el
domingo, cuando velaba sus más floridas gracias, la calle brillaba, en contraste con sus adyacentes escuálidas, como un
fuego en el bosque; y con sus contraventanas recién pintadas,
sus bronces relucientes,su aire alegre y limpio atraía y seducía
inmediatamente la vista del paseante.
A dos puertas de una esquina, viniendo del oeste, la línea
de casas se interrumpía por la entrada de un amplio patio; y,
justo al lado de esta entrada, un pesado, siniestro edificio so6
bresalía a la calle su frontón triangular. Aunque fuera de dos
pisos, este edificio no tenía ventanas: sólo la puerta de...
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