el extraño

El extraño suicidio del Doctor Deauvillier

I
Eran las tres de la tarde cuando nos adentrábamos en la Rue Legendre y teníamos frente nuestro el número 871. Tocamos el timbre y nos abrió unoficial. El desorden extremo del despacho y todavía el dulce e invasivo olor a sangre me hizo retroceder unos pasos mientras que Monsieur Perice, como siempre, ni se inmutó. Vestido con su humilde traje,zapatos sin lustrar por años, gabardina de más de tres décadas, y su fiel compañero: el sombrero de fieltro. Sin dejar de morder su puro apagado, colocado a un lado de la comisura de sus labios, sedirigió a mí, como de costumbre, para ordenarme que tomara nota. El doctor Deauvillier se encontraba en su sillón del escritorio, degollado, rodeado por un gran charco de sangre y en su mano derechasostenía un bisturí. El oficial nos informó que no había sido un robo porque no faltaba nada de valor, hasta la gran cantidad de dinero que tenía para la compra de una nueva clínica estaba intacta, losvaliosos cuadros seguían colgados en las paredes del salón y la puerta no había sido forzada.
―Fue un suicidio, Pierce. Nosotros ya salimos. El caso queda cerrado. ―nos dijo el inspector Bausine,encargado del caso
―No esté tan seguro, Busine, no esté tan seguro. ―le respondió Pierce y comenzó a revisar los archivos y cajones del despacho. Luego observó el dietario y vio que faltaba la hoja deldía actual. Miró el talonario de recetas y en ese mismo instante balbuceó: ―Ya sé quién asesinó al doctor Deauvillier: fue Bernadette Louisse Pariesse.

II
Madame Bernadette era una mujer muy hermosay estaba a punto de casarse con el adinerado Duque de Vallmoix. Bernadette fue aquel día a su cita con el doctor Deauvillier por segunda vez, después de una primera consulta por exámenes médicos yanálisis varios. El doctor la puso al corriente de la enfermedad venérea que contrajo en alguna de sus relaciones sexuales que había mantenido en prostíbulos varios de las afueras de Lyon. El Duque...