El Fantasista
Rivera Letelier, Hernán. El Fantasista
RESEÑA DE LIBROS
RIVERA LETELIER, HERNÁN. El Fantasista. Santiago: Aguilar Chilena de Ediciones, 2006. 197 pp. ISBN
9562394573.
El fútbol, pasión de multitudes, es el tema central de la última novela de Hernán Rivera Letelier, pero sinrenunciar al motivo de la Pampa salitrera. La narración nos lleva a participar de los últimos días de la Oficina de
Coya Sur en la provincia de Antofagasta. Con esa cancha que le ha dado la práctica y experiencia escritural,
nuestro escritor calmadamente a lo largo de casi doscientas páginas, nos introduce protagonistas, antagonistas,
antihéroes y antiheroínas, hasta familiarizarnos con ellos de tal manera que ya a mediados de la novela nos
entrega los pormenores y entretelones del partido de fútbol entre el equipo de los “Cometierra” y los
“Comemuertos”, es decir María Elena y Coya Sur, que es el asunto y núcleo de la novela.
A primera vista, la narración corresponde a una tercera persona omnisciente, pero luego verificamos que es el
yo del narrador quien se dirige a un narratario o persona que escucha la historia. El uso de “paisanito” y otros
derivados nos entregan la clave del artificio literario. De esta manera el acercamiento al lector ideal o ficticio se
hace más familiar. El novelista rinde homenaje en su dedicatoria a un viejo pampino de Coya Sur, y también al
locutor deportivo Darío Verdugo, lo cual es un “pase” que empalma nítidamente con el relato. A la vez,aprovecha de hacer unas “cachañas” y darle unos puntetes al hueso a los tiempos de la dictadura, “Ocurría que
en nuestro campamento aquellos primeros tiempos del régimen militar los vivíamos como algo más bien nebuloso,
amorfo (…) comparado con otras salitreras en donde se fusiló, se torturó y se hizo desaparecer gente” (44). Más
adelante se refiere al intendente de la región, “el coronel Adriano Mortiz”, apellido que nos da la pauta de la
talla y dedicación militar del período al asesinato, tortura y desaparecimientos.
Expedito González, El Fantasista, como nos lo presenta el narrador, “Era un virtuoso de la pelota. La tocaba
diestramente con ambos pies, con la cabeza, con los hombros, con el pecho, con las rodillas; en un gesto técnico
exquisito le daba de taco, de empeine, de revés; se la llevaba a la cabeza, la dejaba quieta en la frente, se
acuclillaba con ella, se la pasaba a la nuca, se tiraba de bruces al suelo…” (14). Es decir, el escritor que es
Hernán se engolosina en la descripción de la habilidad futbolística del hombre que puede salvar la honra de CoyaSur en el partido final del campamento salitrero. Expedito, conocedor a fondo de la historia del fútbol mundial y
del país, amenaza con irse del pueblo sin su compañera, no a Tocopilla, “sino rumbo a Iquique. ‘Ciudad que,
como ustedes saben, parientito’, su voz nos sonó más enronquecida que de costumbre, ‘es tierra de deportistaspor excelencia”. (71). Sólo esas líneas obligan a los iquiqueños a leer la novela. ¡Es un deber ciudadano!
Pero la comparsa novelesca que acompaña al protagonista no es menos colorida: El Pata Pata, “el cojo
encargado del Sindicato de Obreros”; Tuny Robledo el joven cetroforward (¿homenaje a Jorge Robledo?), Juanito
Caballero, utilero de la selección, Cachimoco Farfán, el locutor deportivo del lugar, con “su tarro de leche
aportillado” imitaba “a su ídolo de siempre, el gran Darío Verdugo.” Cachimoco, como personaje, permite
demostrar una vez más las habilidades y manejo del idioma de nuestro escritor, quien se luce con la creación y
juego de palabras de una especie de jitanjáforas, aunque éstas tienen un referente que es la terminología médica.
Podemos llamarla más propiamente enumeración caótica, aunque ...
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