El forastero
Aquel ladrón podía salvarse, Dependía, únicamente, de lo que ella dijera. Una de las dos palabras: si o no. Estaba en sus manos. Con sólo decir: iSi!, aquelhombre que la miraba con un extraño rictus en los labios, podía quedar libre y reanudar su camino... y hasta quizá...
¿Lo conoce usted?
La voz del comisario volvió a resonar en el cuarto de revoqueagrietado donde lo único llamativo era un almanaque que mostraba una figura, en colores, de una mujer semidesnuda. Una mujer joven y hermosa, de muslos bien torneados y senos altaneros.
El comisario,el preso y los agentes que lo sujetaban, miraban de distinto modo a la enjuta profesora. Pero a ella sólo le importaba la mirada del preso. Sí, con sólo decir la palabra precisa podía decidir sobre eldestino de aquel hombre.
Disculpe usted, pero dice que son viejos conocidos... que puede garantizar por él...
Sí, era conocido. Su nariz filuda marcó la direccion de su rostro. Miró la figura delalmanaque. Ella era así, joven, bonita, llena de ilusiones. Hacia muchos años, era verdad. Pero ella era así. Aunque un poquitín más delgada. Sus ojos se achicaron al dirigirlos al preso. Este era elque la había sumido en el mundo en el que ahora vivía. Solitaria solterona que volcaba todo su amor maternal en los niños de su escuela. Este era el hombre que había hecho subir el rubor a sus mejillasy le había arrancado las palabras que guardaba como un gran tesoro: iSí, te amo! jAcepto ser tu esposa! Este era aquel que la dejó con los crespos hechos y el vestido de novia a punto de terminar.Se perdió el candelabro de plata de la capilla... y él es forastera en el pueblo... pero si usted lo conoce...
Sí, claro que le conocía. Y tanto. Había encerrado sus sentimientos en una fortaleza ynunca más, ningún hombre, logró hacerla sonrojar. Y allí estaba ahora el causante de su misantropía, de su miedo. ¡Pobre, parecía haber caminado mucho! Jesucristo nos manda perdonar. Estaba tan viejo....
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