El fuego
KATHERINE
NEVILLE.
Traducción de
ANUVELA
PLAZA & JANES
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ÍNDICE
Fin De La Partida 4
PRIMERA PARTE 16
ALBEDO 16
La Tierra Blanca 17
La Tierra Negra 37
La Chimenea 50
Blanco Y Negro 64
Los Carbonarios 74
La Defensa India De Rey 92
El Caldero 112
Una Posición Cerrada 120
El Velo 131
El Hogar 166
SEGUNDA PARTE 180NIGREDO 180
El Regreso 181
El Chef 184
Táctica Y Estrategia 202
La Pirámide 219
La Reina Avanza 248
El Medio Juego 259
Dos Mujeres 272
Devuelto A La Vida 281
La Clave 285
Demasiadas Reinas 294
El Four Seasons 312
TERCERA PARTE 324
RUBEDO 324
Fuego en la cabeza 325
Yihad 331
La pregunta 342
Las instrucciones originales 354
Las cenizas 365
La flámula 378
El vuelo 386
La olla 402Cinturón de fuego 413
Impacto y estupor 424
El regreso del ocho 436
Ciudad de fuego 447
«El libro de la balanza» 478
En el año 782 de Nuestro Señor, el emperador Carlomagno recibió un fabuloso presente de Ibn al-Arabi, gobernador musulmán de Barcelona: un juego de ajedrez de oro y plata, engastado en joyas, que hoy conocemos como el ajedrez de Montglane. Se decía que el juego escondíamisteriosas y oscuras propiedades secretas, por lo que todos aquellos obsesionados con el poder deseaban hacerse con las piezas. Para impedirlo, el ajedrez de Montglane permaneció enterrado cerca de mil años.
En 1790, en los albores de la Revolución francesa, el juego fue exhumado de su escondite, la abadía de Montglane, en el Bearne (Pirineos vascofranceses), y las piezas se repartieron portodo el mundo.
Este movimiento inició una nueva partida de un juego mortal, un juego que amenaza, incluso hoy, con prender el fósforo que hará arder el mundo...
Fin De La Partida
En el ajedrez, el único objetivo es demostrar tu
superioridad sobre el rival, y la superioridad más
importante, la suprema, es la superioridad de la
mente. Es decir, el oponente ha de ser aniquilado.
Porcompleto.
Gran maestro GARI KASPÁROV,
campeón mundial de ajedrez
Monasterio de Zagorsk, Rusia, otoño de 1993
Solarin sujetaba con firmeza la diminuta mano enguantada de su hija. Oía el crujir de la nieve bajo sus botas y veía su aliento alzándose en vaharadas plateadas mientras ambos cruzaban el amurallado e inexpugnable parque de Zagorsk: Troitse-Serguéi Lavra, el sublime monasterio de laSanta Trinidad y San Sergio de Radonezh, el patrono de Rusia. Ambos iban abrigados hasta las orejas, envueltos en las ropas que habían conseguido encontrar —bufandas de lana gruesa, gorros de cosaco de piel, gabanes— para resguardarse de aquella arremetida inesperada del invierno en medio de lo que debería haber sido el babié leto, literalmente, el «verano de las abuelas» o veranillo de San Martín.Sin embargo, el viento cortante penetraba hasta los huesos.
¿Por qué la había llevado a Rusia, una tierra de la que aún conservaba tantos recuerdos amargos de su pasado? ¿Acaso no había sido testigo de la destrucción de su propia familia durante el régimen de Stalin, en plena noche, siendo él apenas un niño?
Había sobrevivido a la disciplina cruel del orfanato de la República SocialistaSoviética de Georgia, donde lo habían dejado, y a aquellos años largos y sombríos en el Palacio de los Jóvenes Pioneros gracias, únicamente, a que otros habían descubierto las notables aptitudes del jovencito Alexander Solarin para el ajedrez.
Cat le había suplicado que no se arriesgara a volver, que no se arriesgara a llevar hasta allí a la hija de ambos. Había insistido en que Rusia era un peligro y,además, hacía veinte años que el propio Solarin no pisaba su patria. No obstante, Rusia no era ni por asomo lo que más temía su mujer, sino el juego, ese juego que les había costado tan caro a ambos. El juego que había estado a punto de acabar con su vida en común en más de una ocasión.
Solarin estaba allí por una partida de ajedrez, una partida crucial, la última partida de una larga semana de...
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