El Gobierno Michel Foucault

Michel Foucault
Del gobierno de los vivos
Curso en el Collège de France
(1970-1980)
Paris, Seuil- Gallimard, 2012.
Lección del 9 de enero de 1980.
(pp. 3-22)

A propósito del emperador romano que se llamaba Septimio Severo y que reinó, como ustedes saben, en fin, como yo sé desde ayer, en todo caso- en el pasaje del siglo II al III, entre193 , creo, y 2111, el historiador Dion Casiocuenta la siguiente historia2. Septimio Severo había hecho construir un palacio3, y en ese palacio, claro, un gran salón solemne en el cual daba audiencia, pronunciaba sus sentencias y distribuía justicia. Y en el techo de este salón de su palacio, Septimio Severo había hecho pintar una representación del cielo, una representación del cielo estrellado, y no era cualquier cielo, o cualesquieraestrellas, o cualquier posición de los astros lo que había hecho representar. Había hecho representar exactamente su cielo de nacimiento, la conjunción de estrellas que había presidido su nacimiento y, en consecuencia, su destino. Al hacer eso, o al hacer haciendo hacer eso, Septimio Severo había concertado un cierto número de intenciones muy claras y explícitas que es bastante fácil restituir. Setrataba, muy claramente para él, de inscribir las sentencias particulares y conjeturales que él pronunciaba dentro del sistema mismo del mundo, y de mostrar cómo el lógos que presidía ese orden del mundo y que había presidido su nacimiento, ese mismo lógos era el que organizaba, fundamentaba y justificaba las sentencias que él pronunciaba. Lo que decía en una circunstancia particular del mundo, lo quedecía en un kairós particular, como dirían los estoicos, era precisamente el orden mismo de las cosas tal como había sido fijado allá arriba, de una vez y para siempre. Se trataba, de la misma manera para él, de mostrar cómo su reino había sido fundado en los astros que él, el veterano de Leptis Magna, que se había apoderado del poder por la fuerza y la violencia, no era por error, no era porazar, no era por un complot cualquiera de los hombres que se había apoderado del poder, sino que la misma necesidad del mundo lo había llevado al lugar donde estaba. Y lo que el derecho no había podido fundamentar, su reino, la toma del poder, los astros lo habían justificado de una vez por todas. Finalmente, en tercer lugar, se trataba de mostrar, por adelantado, que era su propia fortuna, la delemperador, y cuán fatal, inevitable, inaccesible era, hasta tal punto que era imposible para alguien, el conspirador, rival o enemigo que fuera, apoderarse de ese trono que los astros habían mostrado que le correspondía a él y que nada podía de ahí en más prevalecer. Su fortuna era buena, su fortuna era segura, el pasado lo indicaba, pero para el porvenir también las cosas estaban definitivamenteselladas. Entonces, los actos inciertos y particulares, un pasado que había sido hecho de azar y de suerte, un porvenir que nadie, muy ciertamente, podía conocer, pero del que algunos podían aprovecharse para amenazar al emperador: todo eso se había vuelto necesario y debía ser visto en el techo del salón donde pronunciaba sus sentencias como una verdad. Lo que se manifestaba acá, abajo, iba adecir en el suelo, como poder podía y debía ser descifrado en verdad en la noche de los cielos.
Severo era, sin embargo, un hombre prudente, porque había hecho representar su cielo astral en el techo del salón donde pronunciaba sus sentencias; había , sin embargo un pequeño fragmento de ese cielo que no había hecho representar, que ocultaba con cuidado y que no había sido representado sino enotra pieza, el cuarto mismo del emperador donde él solo y sin dudas algunos de sus familiares tenían acceso, y ese pequeño fragmento de cielo astral que nadie tenía el derecho de ver, que sólo el emperador conocía, seguramente, era lo que se llama, en sentido estricto, el horóscopo, lo que permite ver la hora, la hora que es, claro, la de la muerte. El cielo de la muerte, que fijaba el destino...