El gran gabo
Por César Coca
En el verano de 1966, una pareja de mediana edad se dirigió a una estafeta de Correos del barrio de San Ángel, en Ciudad de México, para enviar un paquete a Buenos Aires. Días antes, habían empeñado una pequeña estufa y una vieja batidora en un monte de piedad en el que, a fuerza de llevar objetos con descorazonadoraregularidad, eran ya conocidos. Con lo obtenido por el depósito, pagaron el franqueo y tras entregar el paquete al funcionario la mujer comentó: «Lo único que falta ahora es que la novela sea mala». No lo era. En aquel envío postal iba la mitad (la otra había sido remitida días antes) de las 590 cuartillas escrupulosamente mecanografiadas de la novela más importante de cuantas se escribieron en español elpasado siglo: 'Cien años de soledad'. Importante por su trascendencia y por sus cifras: se ha traducido a 50 idiomas y se han vendido más de 30 millones de ejemplares.
El mundo literario se dispone a conmemorar estas tres efemérides cruciales para quien ha sido calificado como el escritor vivo más famoso del planeta.
García Márquez ha dicho que casi todo lo que aparece en sus cuentos ynovelas son cosas que oyó o vivió durante su infancia. Una infancia pasada con sus abuelos maternos -él, militar retirado; ella, un ama de casa capaz de llevar con mano de hierro las riendas de la familia-, en una casona que cobijaba a varias generaciones de parientes y en la que en ocasiones solemnes eran acogidos con alborozo los hijos que el coronel había tenido con distintas mujeres de la comarca.Allí, con un abuelo que lo llevó a conocer el hielo, una tía que fabricaba animales de caramelo para vender en las ferias, una criada que sabía todas las canciones populares de la ribera del río Magdalena y una larga lista de vecinos que luego han ido apareciendo en sus novelas, vivió el pequeño Gabriel José sus primeros años.
Era ya un mozalbete cuando regresó con sus padres, para entonces alfrente de una familia numerosa, y allí vivió con menos desahogo. En sus memorias, el escritor ha contado cómo pese a los esfuerzos a veces disparatados de su padre, que lo mismo trabajaba de telegrafista que abría una farmacia, los agobios económicos eran frecuentes, hasta el punto de que en más de una ocasión llegaron a cortarles la luz por retaso en los pagos, su estancia en un instituto deZipaquirá, gracias a una beca, y finalmente su ingreso en la Universidad, donde sólo estuvo 14 meses y nunca pasó de ser uno de los peores alumnos de la Facultad de Derecho de Bogotá.
Nace un periodista
En los pasillos y los aledaños de la Universidad (por las aulas iba poco) se frustró un abogado pero se creó un periodista. El debut del futuro autor de 'Noticia de un secuestro' en las páginas delos diarios se produjo el 21 de mayo de 1948, en la página 4 de 'El Universal' de Cartagena, con un texto más literario que informativo que ni siquiera llevaba título y que comenzaba así, con esa primera persona tan infrecuente en la prensa: «Los habitantes de la ciudad nos habíamos acostumbrado a la garganta metálica que anunciaba el toque de queda».
Había descubierto que lo que deseaba hacer elresto de su vida era escribir, cuando, sólo cuatro años antes, recién llegado a la Universidad, cayó en sus manos 'La metamorfosis' de Kafka, en traducción falsamente atribuida a Jorge Luis Borges. Aquella misma noche, tras leerlo de un tirón, decidió lanzarse por los terrenos paralelos del periodismo y la literatura, en jornadas agotadoras de horarios cambiados y costumbres moderadamentelicenciosas.
Como cuando, en Barranquilla, donde trabajaba para 'El Heraldo', salía de la redacción pasadas las dos de la madrugada y se dirigía al prostíbulo en el que vivía (un meublé llamado 'El Rascacielos', situado en la calle del Crimen), en una habitación de paredes de cartón que dejaban oír las conversaciones, no solamente íntimas, de quienes las ocupaban. Allí escribía cuatro o cinco páginas,...
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