El Gran Incendio

Páginas: 9 (2201 palabras) Publicado: 5 de julio de 2012
EL GRAN INCENDIO!
La mañana en que empezó el gran incendio, nadie en la casa pudo apagarlo. Fue la sobrina de mamá, Mariana, que vivía con nosotros mientras sus padres viajaban por Europa, quien estaba envuelta en llamas. Así que nadie pudo romper la ventanita de la caja roja y apretar el botón que traería las mangueras de grandes chorros y los bomberos . Mariana bajó las escaleras ardiendo comocelofán, y se dejó caer con un grito o un gemido en una silla, ante la mesa del desayuno, y no comió ni siquiera para rellenar la cavidad de una muela. 

Mamá y papá se apartaron. Había demasiado calor en la sala. 
—Buenos días, Mariana.
—¿Qué? —Mariana miraba a lo lejos y hablaba lentamente—. Oh, buenos días. 
—¿Dormiste bien anoche, Mariana? 
Pero sabían que ella no había dormido. Mamá ledio a Mariana un vaso de agua y todos se preguntaron si no se le evaporaría en la mano. La abuela observó los ojos tristes de Mariana.
—Estás enferma, pero no se trata de un microbio –dijo—, Ningún microscopio ha podido descubrirlo. 
—¿Qué? —dijo Mariana.
—El amor es padrino de la estupidez —dijo papá desinteresadamente. 
—Ya se le pasará —le dijo mamá a papá—. Cuando las muchachas estánenamoradas parecen estúpidas sólo porque no pueden oír. 
—Afecta los canales semicirculares —agregó papá—, haciendo caer a las muchachas en brazos de un hombre. Ya sé. Una vez casi muero aplastado por una mujer que se me cayó encima, y permíteme decir que... 
—Calla. 
Mamá frunció el ceño, mirando a Mariana. 
—No nos oye. Pasa por un estado maluco.
—Él viene esta mañana a buscarla —le susurrómamá a papá, como si Mariana ni siquiera estuviera en el cuarto—. Van a dar un paseo en su coche. 
Papá se tocó la boca con una servilleta. 
—¿Nuestra hija era así? —preguntó—. Se casó hace tanto tiempo que me he olvidado. No recuerdo que fuera tan alocada. Uno nunca entiende que las muchachas no tienen una pizca de buen sentido en esta época. Eso es lo que pierde a un hombre. Uno se dice: Oh, quéencantadora muchacha sin sesos, me quiere, creo que me casaré con ella. Se casa con ella y, una mañana se despierta y descubre que la muchacha ha dejado de soñar y que ha recobrado la inteligencia y está colgando adornitos por toda la casa. Uno empieza a tropezar con cuerdas y alambres. Cree encontrarse en una isla desierta, un pequeño vestíbulo en medio del universo, con un panal que se hatransformado en trampa para osos, una mariposa metamorfoseada en avispa. Entonces inmediatamente, busca algún hobby: una colección de sellos, reuniones de club, o... 
—¿Cómo has aguantado tú? —Exclamó mamá—. Mariana, háblanos de ese joven. ¿Cómo se llama? y, ¿Felipe ? 
—¿Qué? Oh... Felipe, sí. 
Mariana había estado agitándose en su cama toda la noche, a veces hojeando rápidamente libros de poesía ydescubriendo versos increíbles, a veces descansando de espaldas, otras boca abajo contemplando un paisaje de sueño a la luz de la luna. El aroma del jazmín había acariciado el cuarto toda la noche, y el calor excesivo de la primavera temprana (en el termómetro se leía veintidós grados) la había mantenido despierta. A alguien que hubiese mirando por el ojo de la cerradura le habría parecido unapolilla agonizante. 
Aquella mañana había golpeado las manos por encima de la cabeza ante el espejo y había bajado a desayunar advirtiendo justo a tiempo que no se había puesto el vestido. 
Abuela se reía quedamente todo el desayuno. Al fin dijo: 
—Tienes que comer, hija, tienes que comer. 
Así que Mariana jugó con su tostada y logró comer medio pedazo. Justo entonces se oyó afuera una agudabocina. iFelipe! ¡Es su coche! ,
—¡Ahh! —gritó Mariana, y corrió hacia arriba. 
Se hizo pasar al joven Felipe y fue presentado a todos. 
Cuando Marianne se fue al fin, papá se sentó, enJugándose la frente. 
—No sé. Esto es demasiado. 
—Fuiste tú quien sugirió que debería empezar a salir —dijo mamá. 
—Lamento haberlo sugerido —dijo él—. Pero ya lleva con nosotros seis meses y aún le faltan otros...
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