El Grillo Del Hogar

Páginas: 133 (33136 palabras) Publicado: 3 de febrero de 2013
EDITADO POR "EDICIONES LA CUEVA"

El grillo del hogar
Charles Dickens

Primer grito
-IEmpezó el puchero. No necesito que me contéis lo que la señora Peerybingle dijera; yo me entiendo.
Dejad que la señora Peerybingle se pase hasta la consumación de los siglos asegurando la imposibilidad de
decidir cuál empezó: yo digo que fue el puchero. Tengo motivos para saberlo. El puchero empezó cincominutos antes que el grillo, según el relojito holandés de cuadrante barnizado situado en el rincón.
¡Como si el reloj no hubiese cesado de tocar! ¡Como si el segadorcido de movimientos convulsivos y
bruscos que lo remata, paseando la hoz de derecha a izquierda y luego de izquierda a derecha ante la fachada
de su palacio morisco, no hubiese segado medio acre de césped imaginario antes que elgrillo hubiese hecho
notar su presencia!
A decir verdad, no fui nunca terco, como todo el mundo sabe. Por nada del mundo opondría mi opinión
personal a la opinión de la señora Peerybingle, si no estuviese perfectamente seguro de lo ocurrido. «Nada
me induciría a semejante cosa. Pero se trata de una cuestión de hecho, y el hecho es que el puchero empezó
por lo menos cinco minutos antes que elgrillo hubiese dado señal de vida. Si insistís, apostaré que
transcurrieron diez minutos.
Dejarme contar el caso tal como ocurrió. Es lo que hubiera hecho desde la primera frase a no considerar
que si cuento una historia debo empezar por el principio, y ¿cómo queréis que empiece por el principio si no
empiezo por la vasija?
Parecía que la vasija y el grillo luchaban. Una lucha musical,exclusivamente musical. Vais a saber su
origen y sus consecuencias.
La señora Peerybingle había salido al obscurecer de una tarde húmeda y fría, haciendo sonar sus zuecos
sobre el empedrado lleno de lodo; por cierto que sus pisadas reproducían groseramente alrededor del patio
una porción de figuras circulares de la primera proposición de Euclides. La señora Peerybingle había ido a la

fuente allenar el puchero. De vuelta ya, y quitados los chanclos, que no era poco -por ser los chanclos muy
altos y la señora Peerybingle muy pequeña-, puso el puchero al fuego. Entonces perdió su sangre fría, o por
lo menos olvidó la paciencia que la caracterizaba; porque estando el agua fría como el hielo y hallándose en
forma de granizo líquido y escurridizo que se infiltra hasta lo más interno detoda substancia, incluso los
círculos de hierro que sostienen los chanclos, no había respetado los dedos del pie de la señora Peerybingle,
llegando a salpicar sus piernas. Y como precisamente, cuando estamos algo orgullosos de nuestras piernas, y
con razón, procuramos con empeño usar medias aseadas, claro está que en principio hallaríamos algo durilla
semejante prueba.
Además, el pucheromostraba una obstinación creciente. No quería dejarse acomodar sobre la barra
superior de la rejilla; no quería prestarse tranquilamente a las desigualdades del carbón; se inclinaba hacia
adelante con modales de borracho, y vertía entretanto el agua sobre el hogar, con insufrible sandez. Hay más:
la tapadera, resistiendo a los dedos de la señora Peerybingle, empezó por girar de arriba abajo, y luegocon
ingeniosa testarudez, digna de mejor causa, se hundió de lado hasta el fondo del puchero. El cascarón del
Royal-George no hizo para salir del agua la mitad de la resistencia monstruosa que la tapadera opuso a los
esfuerzos de la señora Peerybingle, antes que ésta pudiese sacarla y colocarla de nuevo en su sitio.
Y aun entonces el desgraciado puchero se mostró huraño y gruñón, poniendo elasa en aire de desafío, y
levantando el pico con burlona impertinencia hacia la señora Peerybingle, como si dijese: «No quiero hervir.
Nadie me forzará a hervir».
Pero la señora Peerybingle, cuyo buen humor había vuelto, se frotó las manos regordetas para sacudir el
polvo, y se sentó riendo ante el pucherillo. No obstante, la alegre llama se elevaba y caía sucesivamente,
derramando espléndida...
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