El Guerrero De Los Mil A Os

UNO
Desde entonces está en mí. Como si yo fuera él, y él fuera yo. Desde entonces, lenta e imperceptiblemente comenzó a inmiscuirse en mis actividades diarias. Al principio fue imperceptible. Noté su presencia impositiva cuando en mis clases en la universidad comenzaron las incoherencias. Hablaba por mí, confundía mis juicios, distorsionaba mi discurso. Otras veces recitaba con mis labios,bellos cantos quechuas, también disertaba sobre interesantes tácticas de guerra o divagaba sobre temas, políticos, económicos, filosóficos y religiosos nazcas. Tratando de imponer su pensamiento, su condición de quechuahablante, sobre mi pensamiento, y sobre mi discreto castellano. Mis alumnos se sorprendían, por mi extraña actitud. Cuando reaccionaba y me imponía a él, ya los hechos estabanconsumados. Continuamente me veía forzado a suspender mis clases pretextando un malestar. Lo mismo sucedía con mis amistades y familiares, quienes se sorprendían por mi comportamiento extraño. Todo comenzó con aquel viaje de promoción a la ciudad de Nazca que mi promoción de la universidad realizó aquel fin de año. Nazca. Extrañamente el ambiente geográfico me parecía conocido, familiar. Al encontrarme enIca en la laguna Huacachina, esas aguas sucias, embalsadas, me parecían que alguna vez fueron cristalinas, frescas. Las pampas de Nazca, las líneas. ¿Por qué me parecían tan familiares? Mientras recorría las líneas con formas de figuras diversas sufrí el primer leve desvanecimiento. El segundo desvanecimiento lo sufrí cuando visitamos el museo de sitio, al encontrarme admirando una cabeza trofeo.El guía nos explicó que era costumbre de los antiguos nazcas que en las guerras el jefe vencedor cortaba la cabeza al jefe vencido y lo disecaba, para conservarlo como trofeo de guerra. En ambos desvanecimientos, extrañas visiones, como relámpagos instantáneos, desfilaron por mi consciencia.





DOS
Es de madrugada. Despierto sudoroso e intrigado. Nítidamente recuerdo la totalidad de las visionesque desfilaron por mi sueño; y él sonriente, observándome. ¿O yo observándome dentro de mí? Evoco las visiones que el intenso sueño grabó con fuerza indeleble en mi recuerdo: El vasto mar evaporándose en el lento transcurrir del tiempo; las ociosas nubes exprimiendo diminutas gotas de garúa. El arenal inmenso. Yo, joven cacique, comandante de mis valientes guerreros, conduciéndoles a la batalla,en defensa de nuestras tierras, del cacique vecino, que invadió nuestras posiciones destruyendo los hitos que señalaban el lindero de nuestras fronteras. Mi enemigo previo a la batalla final me retó a un singular combate, tal como es nuestra costumbre y yo respondí tal como un guerrero debe obrar. Mi ejército prorrumpe en estruendosos gritos de guerra combinados con el ruido de los escudosimpactados con los temibles mazos. Todos los guerreros han concurrido a esta batalla decisiva. Los venerables ancianos, las mujeres y los niños se han guarecido en las estribaciones de los cerros vecinos. De esta batalla depende la sobrevivencia de mi pueblo. Mi enemigo, al frente de su ejército me insulta, me amenaza, me ofende. Mi silencio repele con desprecio su actitud. Tiene fama de tramposo ytraicionero. El hilo de mi mirada se concentra en la cabeza trofeo que pende de su cuello. Un rostro de piel reseca, con los labios cerrados con la longitud de dos espinas; sus ojos, cuencas vacías que taladran mis pensamientos, sus cabellos negros, largos. El procedimiento de momificación no ha cambiado los rasgos de su semblante. Aún conserva la ternura en su mirada vacía, y la valentía en su rostrosevero. Mi padre, jefe cacique, luchó con el mismo rival que está hoy frente a mí, y éste, valiéndose de trampas y argucias venció a mi padre en singular combate y le cortó la cabeza que ahora luce desafiante como trofeo de su innoble triunfo. La ira destroza mi serenidad; respiro profundo, y medito: "Debo lavar con sangre la ofensa a mi tierra, a mi pueblo y a mi padre". Mi enemigo descuelga de...