Comenzaré diciendo que siempre he tenido una tendencia a los amores difíciles. Cuando estaba en el jardín de niños, a eso de mis 3 años, ya estaba enamorada. En ese tiempo se llamabaRodolfo. Aunque ya han pasado más de 20 años aún recuerdo su cara. Era lindo, de cabello castaño y ojos claros. No recuerdo de qué hablábamos, en realidad no recuerdo si lo hacíamos,¿de qué pueden hablar dos niños de 3 años? Cuando la maestra no nos veía nos metíamos al baño juntos. En la edad en donde la moral y el recato no existen, ese acto no te vuelve malo…ni indecente, ni inmoral, ni a mí me volvía una mala mujer, ni una cualquiera, ni uno de esas que nos son para casarse. No lo pensaba, lo sentía y me metía en el baño con el primeramor de mi vida. Pero no piensen mal, en realidad sólo era para hacernos compañía, porque a esa edad tampoco se te ocurre hacer nada más. La relación era perfecta, compartíamos nuestrolonche a la hora del recreo, tomábamos del mismo frutsi y en clase nos la pasamos juntos. Hasta que un día, en el festejo del día de la revolución, mi abuelita asistió y se diocuenta que en una de las camionetas, sentada en la parte posterior y vestida de Adelita, se encontraba su nieta besándose con un charro. No hubiese sido grave sino hubiésemos tenido tancorta edad. Se armó un alboroto en mi casa, mi madre no podía entender de dónde su hija había sacado tan extrañas costumbres. ¡Mira que estarse besando con un niño del jardín de niños!decía mi madre, ¡pero eres una niña Renata! sólo tienes 3 años, esas cosas son de adultos, insistía. A lo que yo contestaba, que no es ningún niño mamá, que se llama Rodolfo y mequiere, y para poner punto final a la discusión y en medio del amor que me cegaba anuncié: cuando seamos un poco más grandes nos vamos a casar. Aún recuerdo la cara de mi madre.
Leer documento completo
Regístrate para leer el documento completo.