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Mario Vargas Llosa
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«Nuestro hermoso deber es imaginar que hay un labe
rinto y un hilo.»
Jorge Luis Borges
«El hilo de la fábula»
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I
Felícito Yanaqué, dueño de la Empresa de Transpor
tes Narihualá, salió de su casa aquella mañana, como todos
los díasde lunes a sábado, a las siete y media en punto, lue
go de hacer media hora de Qi Gong, darse una ducha fría y
prepararse el desayuno de costumbre: café con leche de ca
bra y tostadas con mantequilla y unas gotitas de miel de
chancaca. Vivía en el centro de Piura y en la calle Arequipa
había ya estallado el bullicio de la ciudad, las altas veredas
estaban llenas de gente yendo a laoficina, al mercado o lle
vando los niños al colegio. Algunas beatas se encaminaban
a la catedral para la misa de ocho. Los vendedores ambulan
tes ofrecían a voz en cuello sus melcochas, chupetes, chi
fles, empanadas y toda suerte de chucherías y ya estaba ins
talado en la esquina, bajo el alero de la casa colonial, el ciego
Lucindo, con el tarrito de la limosna a sus pies. Todo igual
a todoslos días, desde tiempo inmemorial.
Con una excepción. Esta mañana alguien había pe
gado a la vieja puerta de madera claveteada de su casa, a la al
tura de la aldaba de bronce, un sobre azul en el que se leía
claramente en letras mayúsculas el nombre del propietario:
don felícito yanaqué. Que él recordara, era la primera vez
que alguien le dejaba una carta colgada así, como un avisojudicial o una multa. Lo normal era que el cartero la desliza
ra al interior por la rendija de la puerta. La desprendió, abrió
el sobre y la leyó moviendo los labios a medida que lo hacía:
Señor Yanaqué:
Que a su Empresa de Transportes Narihualá le
vaya tan bien es un orgullo para Piura y los piura
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nos. Pero también un riesgo, pues todaempresa exi
tosa está expuesta a sufrir depredación y vandalismo
de los resentidos, envidiosos y demás gentes de mal
vivir que aquí abundan como usted sabrá muy bien.
Pero no se preocupe. Nuestra organización se encar
gará de proteger a Transportes Narihualá, así como
a usted y su digna familia de cualquier percance,
disgusto o amenaza de los facinerosos. Nuestra re
muneración por estetrabajo será 500 dólares al mes
(una modestia para su patrimonio, como ve). Lo
contactaremos oportunamente respecto a las moda
lidades de pago.
No necesitamos encarecerle la importancia de
que tenga usted la mayor reserva sobre el particular.
Todo esto debe quedar entre nosotros.
Dios guarde a usted.
En vez de firma, la carta llevaba el tosco dibujo de
lo que parecía una arañita.
DonFelícito la leyó un par de veces más. La carta
estaba escrita en letra bailarina y con manchones de tinta.
Se sentía sorprendido y divertido, con la vaga sensación de
que se trataba de una broma de mal gusto. Arrugó la car
ta con el sobre y estuvo a punto de echarla al cubo de la
basura en la esquina del cieguito Lucindo. Pero se arrepin
tió y, alisándola, se la guardó en el bolsillo.
Habíauna docena de cuadras entre su casa de la
calle Arequipa y su oficina, en la avenida Sánchez Cerro.
No las recorrió esta vez preparando la agenda de trabajo
del día, como hacía siempre, sino dando vueltas en su ca
beza a la carta de la arañita. ¿Debía tomarla en serio? ¿Ir a
la policía a denunciarla? Los chantajistas le anunciaban
que se pondrían en contacto con él para las «modalidades
depago». ¿Mejor esperar que lo hicieran antes de dirigirse
a la comisaría? Tal vez no fuera más que la gracia de un
ocioso que quería hacerle pasar un mal rato. Desde hacía
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algún tiempo la delincuencia había aumentado en Piura,
cierto: atracos a casas, asaltos callejeros, hasta secuestros
que, se decía, arreglaban por lo bajo las...
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