El Hermoso Deporte

El Hermoso Deporte.
El nombre de Marcus resuena a lo largo y ancho de Roma, y el orgullo y narcicismo que crece en el hombre desborda los escenarios y los estadios como un enorme manto que llena a todos sus admiradores de emoción y excitación. El gigantesco jabalinista es un romano nacido en una familia rica, criado en cuna de oro, con la mejor formación y entrenamiento que se consigue. Supequeña cabeza y su enorme cuerpo hacen una combinación graciosa que, a falta de pelo crea casi una ilusión óptica. A pesar de esto, la fama nubla la vista al humano, y aunque es feo como cerdo, más de una lo tenía como trofeo.
A pesar de mi odio hacia el personaje, no soy un desconocido. Mi nombre es Lucius, y soy el hermano menor de Marcus. Nuestros padres, Ambustus y Arita lo tuvieron a él cincoaños antes, pero jamás fuimos tratados como iguales. Desde pequeños se hizo notorio, y como jamás tuve otra realidad, me era difícil pensar en protestar o tratar de cambiarla, por lo que viví conforme, pero triste. A mis 10 años, mi hermano ya había tenido una buena educación y su entrenamiento en jabalina era notorio, no solo por cómo lanzaba su largo pedazo de madera, sino por la fuerza que habíaadquirido, con la que me golpeaba e insultaba todos los días cada vez que tenía la oportunidad. Mis padres jamás me ayudaron ni me formaron como Marcus, y quedé en casa con mi madre limpiando y organizando.
Esto en un muchacho de mi edad es complicado, y el odio y la rabia que se vieron acumulados en mi se manifestaron después, cerca de cumplir los 19 años, cuando me vi en una pelea con mi hermano amuerte; al menos eso pensé antes de ser noqueado de un golpe. Con mi tabique desfigurado y mi dignidad destruida, decidí abandonar la casa y empezar una nueva vida. Me fui por la fácil, falsa devoción y una lengua aguda, a cambio de un importante puesto en la iglesia y una paga suficiente para vivir bien, y darme uno que otro lujo. Era común entre los curas y sacerdotes ver atletismos, y más deuna vez me vi envuelto en una de sus “fiestas cristianas”, que consistían en ver jabalina, o algún otro deporte por el estilo. Debido a la gran fama que había alcanzado mi hermano, cada vez que llega a la ciudad, todos mis conocidos y amigos acudían sin dudarlo a su teatral forma de lanzar un palo con un pedazo de metal en la punta ¡ridículo! Siempre lo he pensado y siempre lo pensaré, ese deporteno tiene gracia alguna, puro músculo y poco cerebro.
-¿Irás a ver, Lucius? – Me preguntó mi colega mientras tomaba su abrigo con la mano izquierda, al tiempo que se lo acomodaba con la derecha.
-¿Quién jugará hoy?
-Alejandro Dalaras contra Marcus Paspala, ambos son invictos, pero por órdenes del emperador, el perdedor será despojado de su título y sus riquezas, puede que sea interesante.
No lohice, pero si hubiera estado en mis manos me habría reído tan duro que habría asustado a mi colega. Pero no lo hice, me contuve y respiré, tomé mis cosas y salí.
El estadio retumbaba y los espectadores gritaban y alentaban a su jabalinista preferido, lanzando blasfemias y maldiciones al rival. Tengo que admitirlo, después de tantos años sin verlo, una pequeña emoción surgió en mi, aunque rápidamentese vio opacado por los traumáticos recuerdos de mi pasado, que aumentaban la rabia y el odio que sentía por Marcus, cerré mi puño a tal punto que me saqué sangre en la palma y me comenzó a temblar el brazo.
-Lucius, ¿Está bien? – Me preguntó mi compañero cuando, volando en mis pensamientos dejé de pensar en cómo me estuvieran viendo los demás.
-Sí, no te preocupes, simplemente me distraje – Ledije con una sonrisa hipócrita y la mano escondida para que no viera la sangre.
El emperador, que en persona había venido a observar el encuentro, tras 10 o 20 minutos de espera se paró, y con un simple movimiento de la mano de lado a lado del estadio, casi como si fuera una clase de dios supremo, todos los anfitriones callaron y tornaron sus ojos directamente al viejo.
El estadio era una...