El Himno De Los Bosques
En este sosegado apartamiento lejos de cortesanas ambiciones, libre curso dejando al pensamiento, quiero escuchar suspiros y canciones.
¡El himno de los bosques! Lo acompaña con su apacible susurrar el viento, el coro de las aves con su acento, con su rumor eterno la montaña.
El torrente caudal se precipita a la honda sima, con furor azota las piedras de su lecho, y lainfinita
estrofa ardiente de los antros brota.
¡Del gigante salterio en cada nota el salmo inmenso del amor palpita!
Huyendo por la selva presurosos se pierden de la noche los rumores; los mochuelos ocúltanse medrosos en las ruinas, y exhalan los alcores sus primeros alientos deleitosos.
Abandona mis parpádos el sueño, la llanura despierta alborozada: con su semblante pálido y risueño, lavino a despertar la madrugada.
Del oriente los blancos resplandores a aparecer comienzan; la cañada suspira vagamente, el sauce llora cabe la fresca orilla del riachuelo, y la alondra gentil levanta al cielo un preludio del himno de la aurora.
La bandada de pájaros canora sus trinos une al murmurar del río; gime el follaje temblador, colora, y a lo lejos blanquea el caserío.
Y va creciendo elresplandor y crece el concierto a la vez. Ya los rumores y los rayos de luz hinchen el viento, hacen temblar el éter, y parece que en explosión de notas y colores va a inundar a la tierra el firmamento.
Allá, tras las montañas orientales, surge de pronto el sol, como una roja llamarada de indendios colosales, y sobre los abuptos peñascales ríos de lava incandescente arroja.
Entonces, de losflancos de la sierra bañada en luz, del robledal oscuro, del espantoso acantilado muro que el paso estrecho a la hondonada cierra; de los profundos valles de los lagos azules y lejanos que se mecen blandamente del aura a los halagos, y de los matorrales que estremecen
los vientos, de las flores, de los nidos, de todo lo que tiembla o lo que canta, una voz poderosa se levanta de arpegios y sollozos ygemidos.
Mugen los bueyes que a los pastos llevan silbando los vaqueros, mansamente y perezosos van, y los abrevan en el remanso de la azul coriente.
Y mientras de las cabras el ganado remonta, despuntando los gramales, torpes en el andar, los recentales se quejan blanda y amorosamente con un tierno balido entrecortado.
Abajo, entre la malla de raíces que el tronco de las ceibas ha formado,grita el papán y se oye en el sembrado cuchichiar a las tímidas perdices.
Mezcla aquí sus ruidos y sus sones todo lo que voz tiene: la corteza que hincha la savia ya, crepitaciones, su rumor misterioso la maleza y el clarín de la selva sus canciones.
Y a lo lejos, muy lejos, cuando el viento, que los maizales apacible orea, sopla del septentrión, se oye el acento y algazara que, locas de contento,forman las campanitas de la aldea....
¡Es que también se alegra y alboroza el viejo campanario! La mañana con húmedas caricias lo remoza: sostiene con amor la cruz cristiana sobre su humilde cúpula; su velo, para cubrirlo, tienden las neblinas, como cendales que le presta el cielo y en torno de la cruz las golondrinas cantan, girando en caprichoso vuelo.
Oigo pasar, bajolas frescas chacas,que del sol templanlos ardientes rayos, en bandadas, los verdes guacamayos, dispersas y en desorden las urracas.
Va creciendo el calor. Comienza el viento las alas a plegar. Entre las frondas, lanzando triste y gemidor acento, la solitaria tórtola aletea.
Suspenden los sauces su lamento, calla la voz de las cañadas hondas y un vago y postrer hálito menea, rozando apenas, las espigas blondas.Entonces otros múltiples rumores como un enjambre llegan a mi oído: el chupamirto vibra entre las flores, sobre el gélido estanque adormecido zumba el escarabajo de colores, en tanto la libélula, que rasa la clara superficie de las ondas, desflora los cristales tembladores con sus alas finísimas de gasa.
El limpio manantial gorgoritea bajo el peñasco gris que le sombrea, corre sobre las guijas...
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