El Historiador En Un Mundo Presentista
François Hartog
El interés por el presente ha sido siempre el signo distintivo de la historia, habiendo estado
ambos en todo momento estrechamente relacionados de diversas maneras (de las cuales
podríamos, por otra parte, seguir la historia), se trate, en particular, de legitimar o de denunciar
a ese presente. Pero al calificar el mundo de presentista, aunbajo forma interrogativa, apunto a
algo diferente. Como ha sido señalado en diferentes oportunidades, las condiciones de ejercicio
del oficio de historiador efectivamente han cambiado desde hace una treintena de años y
continúan cambiando ante nuestros ojos. Frecuentemente se ha recurrido a la cómoda fórmula
de "crisis".
¿A qué nuevas preguntas se ha visto confrontado el historiador? ¿Cuál es elpapel que se
espera que desempeñe o que no desempeñe? ¿En qué se transforman el lugar y la función de
quien había sido definido en el siglo XIX -cuando la historia se había concebido como disciplina y se
pretendía una ciencia- como el sabio mediador entre pasado y presente, alrededor de ese objeto
privilegiado, sino único, de la nación o del Estado, en un mundo que privilegia en adelante ladimensión del presente y aun del presente solo, que se proclama globalizado y que se ve a
veces como posnacional? En un mundo presentista, donde el presente se habría vuelto la
categoría más globalizante y más explicativa, y en el que además la memoria se ha impuesto,
desde hace una veintena de años, como una palabra de época: que hace época.
¿Cuál puede ser la tarea del historiador (y aun suresponsabilidad) sino la de contribuir, a través
de sus conocimientos, a un esfuerzo de lucidez para sus contemporáneos? Ahora bien,
proponer una perspectiva crítica implica, como paso previo, examinar y tener en cuenta las
condiciones de ejercicio del oficio para evaluar sus efectos sobre las posiciones efectivas e
incluso posibles del historiador. Entre estas condiciones, me detendré ante todo en el tiempo.Si
la relación con el tiempo es, para cada uno, una dimensión fundamental de la experiencia del
mundo y de sí mismo, lo es doblemente para el historiador. Porque el tiempo es, antes que
nada, aquél en el cual vive y trabaja, pero es también "su" período, el tiempo sobre el cual
trabaja; el tiempo, pues, "ese fugitivo" o, más bien, los tiempos, las diferencias de los tiempos,
la distancia, perotambién los diferentes modos de ser en el tiempo que están en el centro
mismo de su trabajo si no constituyen, incluso, su razón de ser. Así, François Bédarida lo llama
"régisseur du temps".
"Ocurre frecuentemente que, bajo la influencia de fuertes y ricas tradiciones, toda una
generación atraviesa el tiempo de una revolución intelectual sin participar en ella": este llamado
de atención, enunciadono hace mucho por Fernand Braudel, es un alerta útil. Porque existen,
como sabemos, las inercias de las disciplinas, las rutinas de las escuelas, el peso de las
instituciones. El historiador que soy parte de un diagnóstico (compartido): el de la fuerza y la
imposición de la categoría de presente (Le sacre du présent, retomando el título del libro de
Zaki Laidi); formula una hipótesis: la delpresentismo, como forma de denominar a esta
experiencia contemporánea del tiempo, y propone, para conducir la investigación, un elemento
heurístico: la noción del régimen de historicidad. ¿Con qué propósito? El de interrogar a las
diferentes experiencias del tiempo o, mejor aún, a las crisis del tiempo, es decir, a esos
momentos llamados "brechas" por Hannah Arendt, en los que la evidencia del curso deltiempo
se desdibuja: cuando justamente la manera como se articulan pasado, presente y futuro deja de
ser evidente. Comparando así, gracias al instrumento del régimen de historicidad, las crisis del
tiempo en el pasado y en el presente que conocemos, para hacer surgir mejor su especificidad,
¿este presente contemporáneo difiere y, si lo hace, en qué, de otros presentes del pasado?
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