EL HOMBRE ACAUDALADO SUDATTA
Le enseñaré cómo fácilmente puedes convertirte en Buda. Impartir una enseñanza a alguien
es como aceitar las ruedas de una carreta para que éstas giren, aunque la carreta sea pesada,
o como flotar un bote sobre el agua para que se mueva con facilidad. La manera de
fácilmente convertirse en Buda no es nada especial. Es lo mismo que dar agua a una persona sedienta en tiempos de sequía o proveerle de fuego a una persona que se congela de
frío. O también, es lo mismo que regalar algo singular a alguien u ofrendar algo así como
dádiva aún en riesgo de nuestra propia vida.
Había una vez un gobernante llamado Rey Color Dorado. Durante doce años, su país fue
asolado por una severa sequía, e incontables cantidades de personas murieron de hambre. En los ríos, los cadáveres se usaban como puentes y en la tierra, las osamentas se
consideraban montículos de entrenamiento. En ese tiempo, el Rey Color Dorado se animó
con una gran aspiración de salvar a los demás y distribuyó una vasta cantidad de
donaciones. Regaló todo lo que pudo hasta lo que le quedó en el almacén cinco medidas de arroz. Cuando sus ministros le informaron que esto le proveería con comida para un solo
día. El gran rey tomó las cinco medidas de arroz y permitió que cada uno de sus famélicos
súbditos, por ejemplo, tomaran uno o dos, o tres o cuatro granos. Entonces dirigió su
mirada al cielo y alzó su voz con un grito que asumiría para sí el dolor del hambre y la sed
de su pueblo, para entonces él, a su vez, morir de hambre. Los dioses celestiales le escucharon e instantáneamente hicieron que cayera la dulce lluvia de la inmortalidad. Y
toda aquella gente cuyos cuerpos tocó esta lluvia o cuyos rostros fueron mojados por ella,
toda esa gente satisfizo la necesidad de comida y en el espacio de un momento los
habitantes de todo el país revivieron.
En la India había un hombre acaudalado llamado Sudatta. Siete veces empobreció y siete veces llegó a ser un hombre adinerado. Durante su último período de pobreza, cuando todo
el mundo había huido o perecido, y sólo quedaba él y su esposa, ambos tenían cinco
medidas de arroz que los hubiera alimentado durante cinco días. En ese tiempo, cinco
personas – Mahakashyapa, Shariputra, Ananda, Rahula y el Buda Sakyamuni – uno tras otro llegó hasta donde Sudatta para mendigar por las cinco medidas de arroz, las que
Sudatta entregó. Desde ese día en adelante, Sudatta fue el hombre más acaudalado de toda
la India y construyó el monasterio de Jetavana. Tomando esto como punto de partida, debes
comprender todas las cosas.
Tal como un mono asemeja a un hombre y la torta de arroz asemeja la luna, usted ya se asemeja al devoto del Sutra del Loto. Ya que tan ardorosamente ha protegido a mis
seguidores en Atsuhara, la gente de este país considera que es como Masakako de la era
Shohei o Sadato de la era Tengi. Esto se debe solamente a que ha dedicado su vida al Sutra
del Loto. Los dioses celestiales en lo más mínimo te consideran un hombre que ha
traicionado a su Señor. Además, al tener numerosas obras públicas forzosamente asignadas a su pequeña aldea, usted mismo carece del caballo que debe montar y su esposa e hijos
carecen de la ropa que deben usar. El que se haya preocupado por el devoto del Sutra el
Loto, pensando que probablemente fuera asediado por la nieve en medio de las montañas y
careciera de alimento, y enviarme mil monedas aún en tales circunstancias, eso es
exactamente como la mujer pobre, que al monje mendigo le da la única pieza de ropa que ella y su esposo llevaban puesta, o como Rida cuando dio el mijo que había en su jarra a
pratyekabuda
. ¡Qué admirable, qué noble! Le hablaré en más detalle más tarde.
Antecedentes
Esta carta fue escrita en Minobu en el invierno en 1280 y enviada a Nanjo Tokimitsu (1250
– 1332), el joben senescal de la Aldea de Ueno en la provincia Suruga. Yaque Nichiren ...
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